domingo, 26 de octubre de 2008

EL PRIMERO DE MAYO Y LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE

Por Rodrigo López Oviedo

Ante las características, ya vergonzosas, que ha ido adquiriendo la crisis de legitimidad introducida por la parapolítica a la institucionalidad colombiana, va creciendo el interés en la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.

No es para menos. Ya son 63 los congresistas sindicados de tener o haber tenido nexos con el narcoparamilitarsmo y, ante las muestras de independencia que ha mostrado la justicia, muchos otros atisban con horror hacia los estrados judiciales.

Se trata de un grave problema para el Congreso, al cual no solo se le ve carente de moral e iniciativa, sino con serias dificultades hasta para hacer quórum, además de que algunas de sus comisiones, en especial las que tienen responsabilidades en la reforma política, no pueden reunirse porque parte de sus miembros están impedidos para discutir sobre tales asuntos, dados esos mismos nexos.

Agravando el problema, con la detención de Yidis Medina llegarán a la Corte Suprema de Justicia suficientes evidencias de irregularidades en el trámite del acto legislativo que consagró la reelección presidencial, las cuales pondrán en aprietos penales a altísimas dignidades del Estado, incluido Uribe.

Para peor tormento, a nuestros dirigentes solo se les ocurren insulsas propuestas, como la silla vacía o el perdón y el olvido para los parapolíticos, que solo pueden generar más impunidad y el riesgo de que tales conductas se vuelvan recurrentes.

De allí el interés que ha despertado la propuesta de una Constituyente. Sin embargo, el camino no está despejado. Quienes creen tener algo que perder con ella han comenzado a pelar las muelas. El rechazo de la bancada uribista, secundada por Uribe, es buena muestra de ello.

Esto ha hecho pensar al Polo Democrático Alternativo que el único camino para sacar adelante esta iniciativa es el de ventilarla de cara al pueblo, para que sea éste el que, con su presión, comprometa al Congreso en su aprobación. A ello debe vincularse el pensamiento democrático, y la celebración del Día Internacional de los Trabajadores es el momento indicado para dar el primer paso. Esta celebración debe ser aprovechada para iniciar la agitación de la Constituyente ante los colombianos. Es lo menos que puede hacerse si se pretende no solo encontrarle salidas a la crisis presente, sino también blindar nuestras instituciones para que no vuelvan a caer en manos y en mañas como las actuales.

Pero también la agitación por la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente debe incluir algunas banderas que sean capaces de movilizar a la gran masa popular. Por eso, nos veremos con los trabajadores, en el desfile del Primero de Mayo, con consignas que eleven nuestros reclamos por el derecho al trabajo, a la salud, a la educación, a la vivienda y a una remuneración justa; por la paz y el intercambio humanitario; y por la recuperación del camino desandado con las contrarreformas que se le han introducido a la actual Constitución, y con las cuales el país fue retrotraído, en materia de derechos, al estado en que se hallaba en los inicios del Siglo XX.

Todas estas consignas nos ponen a tono con el presente y nos iluminan el camino a la creación de ese Estado en el cual el hombre sea su eje central, y no el capital, como ocurre en esta sociedad de capitalismo salvaje.

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