lunes, 29 de diciembre de 2008

EN 2009, UNA BATALLA DECISIVA


Por Rodrigo López Oviedo

Ojalá no esté equivocado: Todo parece indicar que las bancadas uribistas están abandonado esa incondicionalidad con que solían atender los caprichos de su Jefe. Ahora las vemos displicentes, haciéndose las remolonas y procurándose ruegos ante aquellos asuntos oficiales en los que ellas mismas no estén suficientemente interesadas.

Las largas que le dieron en la Cámara al proyecto de referendo no permiten una conclusión distinta. Con sus habilidosas maniobras, estas bancadas no solo obligaron a Uribe a desmentirse de su supuesta neutralidad e indiferencia ante el proyecto y a confesarse interesado en él, sino que lo sometieron a la vergüenza de tenerlas que convocar a sesiones extras, estando esta célula aún en sesiones ordinarias. Lo tardío del esfuerzo por concretar esa, hasta entonces remisa, voluntad de los honorables representantes hace pensar en lo equivocado que estaba Uribe respecto de la publicitada solidez de sus respaldos en el Congreso.

Como, de todas formas, lo que se aprobó en la Cámara no es lo que Uribe esperaba, ahora muy seguramente vendrá un vergonzoso proceso de amañada hermenéutica a través del cual sabremos que ese texto no dice lo que sus redactores quisieron decir ni lo que los callejeros firmantes quisieron respaldar; que los mandatos de los mandantes pueden interpretarse por los mandatarios de manera contraria a lo mandado, y que las caras son sellos y los sellos son caras, todo según el interés de quien recoja la moneda, que de seguro será el propio Mandatario.

Se trata de un galimatías al que el ministro Fabio Valencia Cossio le viene dando pábulo. Según este funcionario, el proyecto referendario, que tantos esfuerzos le costó para que la Cámara se lo aprobara, será objeto de especiales esmeros para que el Senado se lo modifique. De ser así, el texto que salga del Senado no será el mismo que muchos respaldaron con su firma, y que la Cámara aprobó, sino el que al Gobierno le plazca; lo cual configurará, además de un aberrante abuso de poder, la prueba reina de que la bicameralidad que adorna nuestra democracia, y la democracia misma, no son más que una farsa, pues lo que se aprueba en una célula puede ser torcido a voluntad de la otra, sin que se requiera de más requisito que el visto bueno de una comisión de conciliación, conformada al gusto de quienes quieren que solo prevalezca lo que le conviene al dueño del circo.

No será la primera vez que ocurra así. La única diferencia es la de que nunca las diferencias habían sido tan de cielo y tierra como en éste caso, donde 2014, por arte de birlibirloque, quedará convertido en 2010.

Tales son las argucias de unas oligarquías pura sangre que, acompañadas por uno que otro advenedizo impúdico, cabalgan sobre un pueblo al que le han impuesto, sin que chiste, las peores barbaridades. Ellos creen poder disfrutar de tan cómoda recua in sécula seculórum, pero olvidan que hay un sector de resueltos contestatarios que están en continuo crecimiento y que por siempre han vivido dispuestos a librar las batallas que sean necesarias por la causa popular, aún a costa de los mayores sacrificios. La que se librará en este 2009 será de marca mayor: impedir que quedemos sometidos, por cuatro años más, al oprobio de derecha que estamos padeciendo.

sábado, 27 de diciembre de 2008

LA EXPERIENCIA DE COOPDESARROLLO


Por Rodrigo López Oviedo

Mediante resolución 538 del 18 de julio de 2008, la Superintendencia de la Economía Solidaria levantó el proceso de liquidación que pesaba sobre la Central Cooperativa de Desarrollo Social "Coopdesarrollo". Haberse sobrepuesto a ese proceso, que duró dos años y 9 meses, deja un sabor amargo, no obstante la recuperación de 153 mil millones de pesos para sus asociados.

En una importante investigación liderada por el representante a la Cámara Wilson Borja, la cual está disponible en libro que acaba de publicarse bajo el título Coopdesarrollo: ¿liquidación o despojo?, se explica cómo el hundimiento de Coopdesarrollo fue el resultado de un plan minuciosamente urdido por la banca tradicional, y desarrollado en connivencia con funcionarios oficiales.

Con la Ley 79 de 1988 se autorizó la conformación de bancos y otro tipo de entidades de naturaleza cooperativa, pero la reglamentación solo vino a expedirse en 1993. Después de ella, bastó un año para que se formaran tres bancos cooperativos (Bancoop, Uconal y Coopdesarrollo), una administradora de pensiones y cesantías y dos aseguradoras. En el mismo período, las cooperativas financieras más grandes lograron incrementar sus activos en el 67,6 por ciento, mientras que la banca tradicional solo logró hacerlo en el 43,7; y si bien ésta incrementó sus patrimonios en el 53,3 por ciento, las cooperativas lo hicieron en el 72 por ciento.

Como bien se deduce del libro de Borja, tan extraordinarias cifras le hicieron ver a la banca tradicional un preocupante competidor en el sector solidario, contra el cual tendría que fraguarse el más certero plan. Aprovechando que la crisis que ya se abatía sobre el mundo financiero también estaba afectando al sector solidario, estos sectores oligárquicos, a través de los organismos gubernamentales encargados de ejercer la fiscalización de la banca, le impusieron a Coopdesarrollo, por ser una de las pocas entidades financieras solidarias que se mostraban incólumes ante la crisis, que asumiera compromisos de salvamento que el propio Gobierno se negaba a asumir, pese a contar con los ingentes recursos que ya comenzaban a generarse a través del dos por mil o gravamen a las operaciones financieras.

Coopdesarrollo se vio entonces compelida a aceptar la fusión de entes cooperativos antes prestigiosos pero ya en profunda crisis, como Cupocrédito y Coopsibaté y a recibir en sesión el saldo negativo de activos y pasivos de Bancoop; pero también a recibir un préstamo del estatal Fogafín con el cual cancelaría los pasivos que los mismos organismos cooperativos habían contraído con el Estado, y que prácticamente se hallaban perdidos dada la crisis que los afectaba.

A consecuencia de las anteriores maniobras, el patrimonio de Coopdesarrollo pasó de 135 mil millones en diciembre de 1998 a 225 mil millones en enero de 1999; pero ante la imposibilidad de atender las obligaciones derivadas de ellas y la imposición de descomunales provisiones, el patrimonio se redujo a escasos cuatro mil millones en escasos diez meses. Lo que vino después fue su toma de posesión para liquidación, la conversión de Crecer S.A. (compañía de financiamiento comercial propiedad de Coopdesarrollo) en Megabanco y la venta de Megabanco al Grupo Aval.

El poderoso Banco Coopdesarrollo quedó finalmente incorporado a la Central Cooperativa Financiera "Coopcentral" pero sin que la suma de ambas instituciones puedan compararse con lo que representó el Coopdesarrollo anterior a estas fusiones, cesiones y despojos.

martes, 16 de diciembre de 2008

EL POLO Y LA ELECCIÓN DEL PROCURADOR


Por Rodrigo López Oviedo

Cada vez que hay elección de Procurador General de la Nación, el interés que suscitan los candidatos está determinado por la disposición que muestren para ejercer el control disciplinario, la protección del interés público y la defensa de los derechos humanos. Cuando en los sectores oficiales campea la intolerancia ante el pensamiento divergente, la importancia de este funcionario se magnifica, ya que puede erigirse en obstáculo a la represión de esas voces discrepantes o estimularlas con su negligencia.

La reciente elección de Alejandro Ordóñez Maldonado dejó un mal sabor, dados sus antecedentes en nada favorables al pensamiento democrático. Su elección fue el producto de una estrategia de Uribe, quien, al conocer que el Consejo de Estado candidatizaba a un personaje tan afín a sus concepciones, se abstuvo de postular a su propio candidato hasta cuando consideró consolidado el trabajo proselitista de Ordóñez y nula cualquier posibilidad de que otros le hicieran sombra. Curiosamente la Corte Suprema hizo lo mismo, sin saberse con qué intenciones.

Con cartas tan marcadas, el triunfo de Ordóñez estaba asegurado, pero nadie sospechaba que de manera tan apabullante. Y mucho menos que contara con el respaldo de siete senadores del Polo Democrático Alternativo. De ellos esperamos una explicación que vaya más allá de las babosadas con que se justificaron ante el Comité Ejecutivo del Partido.

Intentando explicar lo inexplicable, estos senadores nos trajeron una versión navideña del Sermón de las Siete Palabras, en la cual invitaron a superar los “extremismos ideológicos”, “los radicalismos enfermos” y a no utilizar la tesis de que, para construir “un acuerdo nacional”, “un bloque de mayorías” y “la paz en Colombia”, es imposible pactar con personas diferentes ideológicamente al Polo,.

Con estos argumentos se desconocen las luchas que han librado muchas de las corrientes que convergen en el Polo, así como que el Polo mismo se ha ido construyendo en lucha contra extremismos y radicalismos, y en procura de concertar acuerdos con amplios sectores, sustentados, eso sí, en su Ideario de Unidad.

Han manifestado también que su respaldo a Ordóñez estuvo fundamentado en la necesidad de construir un acuerdo nacional contra la guerra. En la búsqueda de tal acuerdo muchos convenimos, pero particularmente creo que respaldando al peor de la terna no se allana en lo más mínimo el camino a esa concreción. Para tal propósito estaba Camilo Gómez que ni mandado a hacer, como bien lo demostró este candidato de la Corte en los tiempos del Caguán. Y si, como también lo dicen, el acuerdo debe ser entre diferentes, no se qué hayan encontrado de parecido entre ellos y los otros dos candidatos.

El II Congreso del Polo deberá encarar esta problemática situación. Muy seguramente que el tiempo de sus discusiones estará en parte ocupado en la definición de los compromisos que asumen quienes resulten favorecidos con las distintas representaciones y dignidades del Partido y en las consecuencias que puede generar el no honrarlos. Pero también debe asumir una discusión muy seria acerca de la organización interna del Partido, a fin de que se creen los mecanismos que garanticen una pronta y eficaz reacción dentro de sus filas cada vez que la militancia sienta que está siendo burlada por sus representantes. Lo contrario es dejarle abiertas las puertas a toda suerte de cretinismos parlamentarios.

lunes, 8 de diciembre de 2008

A LAS PUERTAS DE EL UBÉRRIMO


Por Rodrigo López Oviedo

Este nueve de noviembre de 2008 sale a la luz pública A las puertas de El Ubérrimo, el libro de Iván Cepeda Castro y Jorge Enrique Rojas, en el que se analiza uno de los períodos más oscuros de la historia colombiana, el de la narcoparapolítica, y del papel jugado en él por uno de sus más controvertidos protagonistas, el presidente Álvaro Uribe Vélez.

Por lo controversial del tema, es de esperar que la obra cuente con un sustento probatorio suficientemente sólido para que pueda salir airosa del embate de críticas que tendrá que enfrentar y demostrar sus clarificadoras conclusiones.

Iván Cepeda Castro es un destacado periodista que proviene de una familia comprometida en la lucha por las transformaciones revolucionarias de la sociedad. En vida, su madre, Yira Castro, como concejala de Bogotá, hizo época con sus denuncias contra el Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala y los ya por ese entonces notorios crímenes de Estado. Su padre, el senador de la Unión Patriótica Manuel Cepeda Vargas, fue asesinado como consecuencia de sus debates contra el paramilitarismo. Cómo extrañarnos entonces de las ejecutorias de este destacado vástago y particularmente de la entereza con que ha asumido la defensa de las víctimas de crímenes oficiales, sin importarle hacerse objeto de las amenazas paramilitares y de las iracundias presidenciales, de las cuales ha salido calificado como “farsante de los derechos humanos”.

Jorge Enrique Rojas, por su parte, es hoy reconocido por su trabajo al frente de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento - CODHES-. Pero quienes desde antes conocemos su trayectoria lo recordamos, aún imberbe, en las tarimas de la plaza pública, en tierras del Quindío, alentando a los contradictores del régimen con sus encendidos discursos bajo las banderas de la Unión Nacional de Oposición. Desde entonces, su accionar ha estado orientado hacia el logro del pleno respeto de los derechos humanos y a incidir en el fin negociado del conflicto armado.

Ya el diario El Espectador, reconociendo la calidad del trabajo de estos destacados luchadores, obsequió a sus lectores con el primer capítulo de esta obra, a la cual, desde la portada misma, serán muchas las lecturas que puedan dársele.

La primera de ellas la presenta de manera expresa el propio Cepeda, quien denuncia la innegable coincidencia en el tiempo entre el ascenso político de Álvaro Uribe Vélez y el nacimiento y desarrollo de las macabras Autodefensas Unidas de Colombia en Córdoba, departamento en el cual el actual Presidente de la República ha tenido una fuerte presencia patrimonial, además de un incuestionable ascendiente político.

En palabras del propio Cepeda, los hechos narrados tienen ocurrencia en las proximidades de la hacienda El Ubérrimo, propiedad de Álvaro Uribe, y cubren un período que va “desde los tiempos de las primeras masacres, a mediados de la década de 1980, pasando por la creación de las Convivir y el surgimiento de las AUC, hasta el control de la vida local por medio del Pacto de Santa Fe de Ralito”.

Ojalá que esta obra sirva para elevar la calidad analítica de quienes honestamente creen que el país puede resolver sus problemas manteniendo sus riendas en las manos de quien ha sido testigo, cómplice o protagonista de los hechos de sangre y muerte ocurridos durante los últimos 25 años.

lunes, 1 de diciembre de 2008

COOPERAMOS EN CARICATURA


Por Rodrigo López Oviedo

Podría decirse que, en el género periodístico, la caricatura es la más eficiente de las artes. Ella logra, con unos pocos trazos, influir de manera inmediata sobre el ánimo de los lectores. Su esencia consiste en simplificar el rostro de los hombres, de las cosas o de los acontecimientos, o exagerar algunos de sus rasgos, con el fin de resaltar lo más significativo de ellos; todo de una manera amena y ocurrente, con una buena dosis de humor o de sarcasmo, y sin descuidar la calidad estética.

Quienes hemos encontrado deleitoso ese bello arte nos maravillamos de los extremos de simplicidad a los que llegan sus autores, sin dejar de ser todo lo expresivos que quieren y sin sacrificarle significados a lo que desean mostrar con sus tacaños trazos. Tacaños en el buen sentido, pues entre más pocas son las líneas que utilizan, más impactantes y risueños resultan sus efectos.

Claro, algunas veces el interés del caricaturista esta circunscrito a solo una parte de esa realidad, lo cual es aceptable. Lo que no lo es tanto es que lo mostrado distorsione esa realidad, sobre todo si ella versa sobre aspectos políticos o sociales.

En la edición del pasado 22 de noviembre, el periódico Tolima Siete Días presentó a su caricaturista habitual, Evar, engolfado en profundas meditaciones relacionadas con el tema de las pirámides. En medio de ellas, Evar se pregunta: “Ole ¿y los ocho mil millones que tiene la pirámide de Cooperamos?”.

Se trata por supuesto de una sátira tremendamente contraria a lo que está ocurriendo. No hay que culpar a Evar. Desde la toma de posesión de Cooperamos, ocurrida en agosto de 2000, han corrido muchas aguas bajo los puentes del Combeima sin que la ciudadanía tenga información suficiente sobre lo que pasó con el proceso de liquidación de la Cooperativa, ni de las luchas que hoy se libran para reactivarla, en cumplimiento de lo decidido en las dos últimas asambleas.

Cooperamos fue la principal empresa de gestación netamente tolimense del siglo XX. La grave crisis que sufrió el sistema financiero colombiano en las postrimerías de esa centuria degeneró en pánico y obligó al Gobierno a poner sobre las costillas populares gravosas políticas de salvamente que aún subsisten. Esa crisis llevó a Cooperamos a ser intervenida por la Superintendencia Bancaria de entonces.

En Cooperamos están comprometidos los intereses de 68 mil 529 tolimenses que tienen allí invertidos 25 mil 654 millones de pesos y de los cuales escasamente son recuperables, al día de hoy, seis mil 171 millones; es decir, ni siquiera los siete mil millones que todavía quedaban en patrimonio a diciembre 31 de 2006 y que traídos a valor presente podrían significar aproximados 8 mil 400 millones.

La situación apremia. Cooperamos demanda de su base social el mayor compromiso. Es de la única forma como podrían cumplirse las normas que le exigen un amplio quórum a la asamblea que emprenda su reactivación. Desgraciadamente no hemos hecho lo suficiente para motivarla y no creo que con el solo esfuerzo de la Junta Asesora sea suficiente. Todas las fuerzas vivas del departamento deberían vincularse a ello, incluyendo los medios, los gremios, las organizaciones sindicales y comunales y las personalidades que puedan influir en la terminación feliz de este propósito. También los artistas, con los caricaturistas entre ellos.