lunes, 23 de febrero de 2009

REFLEJOS DE LO QUE SOMOS


Por Rodrigo López Oviedo

Doña Margarita Enciso de Rangel es una destacada magíster en filosofía y educación que por más 30 años socorrió a las juventudes tolimenses con la impronta de su magisterio universitario y de bachillerato y al Tolima con los invaluables servicios que ha prestado desde importantes entidades, como el Instituto Ibaguereño de Cultura -del cual fue directora-, la Academia de Historia del Tolima –de la cual hace parte-, la Corporación Folclórica del Tolima, el Consejo de Cultura de Ibagué, la Corporación de Organizaciones Culturales del Tolima y la Asociación de Egresados de Ciencias Sociales de la Universidad del Tolima, de la cual es cofundadora.

Conocí a doña Margarita Enciso por la afortunada circunstancia de haber sido elegido a una junta de la cual ella hacía y hace parte. Esa misma circunstancia me permitió reconocer también en esta destacada hija del Tolima su incansable entrega al estudio de nuestra realidad social, de lo cual son sobrada evidencia sus numerosos artículos de prensa y la coautoría de un estudio sobre los contenidos filosóficos de nuestras leyendas folclóricas, pero muy especialmente la reciente edición de su robusto libro Estudio del Folclor: un proyecto de identidad regional.

Hoy, conocida esa obra en sus líneas generales, vista la importancia del tema tratado y la profundidad y calidad alcanzadas por la autora, me siento llamado a invitar a su estudio, sobre todo por los muchos beneficios que es dable esperar de una obra que, como la suya, nos acerca tanto al conocimiento de nuestra realidad.

Como bien puede deducirse de su título, el libro está orientado a desenmarañar el intrincado tema del folclor en el Tolima; sin embargo, la autora ha evitado incurrir en el olvido de que la región está inserta en una realidad nacional, de la cual recibe múltiples contagios y a la cual le transmite, por el camino del retorno, sus particulares influencias. De allí que nos pasee por los diversos parajes culturales de la nación, entresacando de ellos, con singular prolijidad, sus más características manifestaciones, sin descuidar los efectos derivados de las particularidades étnicas que se esconden tras ellas.

A manera de ejemplo podríamos observar cómo la autora destaca los dejos de melancolía y queja que suelen encontrarse en las diversas expresiones culturales de los pueblos del Litoral Pacífico, a los cuales les encuentra causa en “un proceso histórico nefasto (…) que ellos (los pueblos) hacen evidente a través de sátiras, formas irónicas, canto y la afirmación de una cultura que les ha permitido permanecer y proyectarse como etnia a pesar de las situaciones de dominación y exclusión vividas”.

Pero claro: el énfasis fundamental está puesto en el Tolima. Por esta razón, quienes quieran saber de sus raíces culturales y de la manera como se evidencian a través de las danzas, de los cantos, de los dichos; quienes quieran conocer de las esencias que le dan encanto a sus mitos y leyendas; quienes vean en el folclor la manifestación más terrígena de nuestra identidad y le reconozcan vigor suficiente para impulsar a nuestro pueblo hacia mejores estadios podrán encontrar en este hermoso paneo por nuestras manifestaciones culturales la sabia vital que hace estremecer las esencias del pueblo tolimense. Con razón Carlos Orlando Pardo calificó el libro de doña Margarita Enciso de Rangel como “Un texto iluminador sobre nosotros mismos”.

lunes, 16 de febrero de 2009

Cooperamos: nubarrones y esperanzas


Por Rodrigo López Oviedo

Da pena confesarlo: estuve defenestrado sin darme cuenta. Desde abril de 2008 venía ejerciendo como suplente de la Junta Asesora de Cooperamos, pero de repente… silencio… no volví a escuchar la voces que solían llamarme a sus reuniones. Por supuesto que, en mi inocencia, lejos estaba de sospechar que mis posiciones críticas hubieran podido causar un golpe de puertas, sobre todo porque tales críticas siempre había procurado mantenerlas circunscritas al ámbito de la Junta Asesora. Lamentablemente esta Junta, acicateada por la Agente Liquidadora, doctora Ángela Parra, no estaba dispuesta a dejar que se rompiera su casi total unanimismo, y quiso deshacerse de mí.

Desde mi llegada a la Junta comencé a cuestionar, por ejemplo, que ella careciera de Presidente y que fuera dirigida por la propia Ángela Parra. Igualmente, que los asesores principales diluyeran su responsabilidad en los suplentes pretextando un supuesto pié de igualdad y que fueran rechazadas algunas propuestas de control, como la de dotar el programa de condonaciones de un reglamento, pese a que éstas sobrepasaban, y aún sobrepasan, los 16.6 millones de pesos mensuales en promedio.

Todos estos problemas quedaron pálidos al aprobarse el presupuesto de 2009. A falta de todo rigor técnico, sus cifras se proyectaron con base en el presupuesto de 2008, el cual contaba con desfases tan notables como el de algunas partidas cuya ejecución, que debía estar cercana al 91 por ciento, excedían el 180 por ciento, mientras otras apenas llegaban al 67. Pero me llamó especialmente la atención que los sueldos se presupuestaran sobre la base de un acuerdo con los trabajadores, que los congelaba, mientras que los honorarios de la Liquidadora se incrementaban a 10 millones 832 mil pesos mensuales, es decir, el 6.5 por ciento.

Preocupado por estos temas presupuestales, solicité copia de los estados financieros correspondientes a los cierres de los años 1999 y siguientes, pero me fueron negados alegando supuestos secretos industriales y la protección de Cooperamos ante el riesgo del mal uso de sus datos. Desconoce la Agente Liquidadora la importancia de tales documentos para quienes estamos investidos de la calidad de asesores, como también la existencia de muchas normas que ordenan o autorizan su publicación, como es el caso de la Circular Básica Contable y Financiera de la Superintendencia de Economía Solidaria. En tales normas pueden encontrarse abundantes pruebas de que no es la reserva de sus contenidos lo que caracteriza a los estados financieros. La negativa a expedirme sus copias solo puede tener el propósito de dificultar la tarea que la Asamblea me encomendó al elegirme asesor.

Volviendo al tema de mi defenestración, luego de enterarme y reclamar por ella, supe de otras reuniones a las cuales tampoco fui invitado y en las cuales se conoció de la pronta expedición de algunos decretos que reducirán las dificultades de la reactivación. Esta noticia me alegró mucho, pues en medio de tantas adversidades, ya estaba comenzando a sospechar que detrás del mucho interés que en apariencia despertaba la reactivación, había muy poco deseo real en sacarla adelante. Ojalá al revocarse la decisión de extrañarme de las reuniones de Junta, lo cual pone fin al desconocimiento de la Asamblea que me eligió y a la violación del derecho a voz de los suplentes, yo pueda continuar aportando al proceso. Es lo que más deseo.

martes, 10 de febrero de 2009

De liberaciones y maromas


Por Rodrigo López Oviedo

Si la frase no abundara en generosidad, diríamos que el periodismo se está convirtiendo en un testigo indeseable para el Gobierno. Probablemente lo más atinado sea afirmar rotundamente que en indeseable ya se convirtió y que al Gobierno le son de mal recibo las voces y las páginas periodísticas, sobre todo si están revestidas de objetividad en sus reportes y de acierto en sus conclusiones.

Parece que Álvaro Uribe presentía lo que le sobrevino con la libertad de Alan Jara y Sigifredo López. Bien informado como suele estarlo, temía recibir de ellos un frontal rechazo a su política de rescates a sangre y fuego, ahora maquillados como cercos humanitarios, y es de creer que, para ahorrarse las consiguientes dificultades, hubiera intentado disuadir de participar en estas liberaciones a la Comisión comprometida a hacerlo. No otra conclusión permiten los intimidatorios seguimientos aéreos de que fue víctima dicha Comisión cuando iba en procura de los cuatro miembros de la fuerza pública devueltos por las FARC; intimidatorios seguimientos que tuvieron que suspenderse ante la valiente denuncia internacional que el periodista Jorge Enrique Botero hizo a través de Telesur.

Estos hechos son los que explican las posteriores reacciones de desesperación del Gobierno al optar por suspender el acompañamiento que estaban haciendo Piedad Córdoba y Colombianos por la Paz a la Comisión Logística brasileña y a la Cruz Roja, y prohibir la participación de los medios en las entregas de Jara y López que estaban previstas para después. Se buscaba superar con estas nuevas maromas el fracaso de los seguimientos y abortar cualquier iniciativa de nuevas entregas unilaterales de parte de la guerrilla.

Tratándose de decisiones que fueron tomadas de manera improvisada y bajo la presión de unos nervios en punta, resultaron contraproducentes y necesitadas de reversa. Con la cola entre las patas, el Gobierno tuvo que permitir que Piedad Córdoba continuara con estas diligencias y que los medios siguieran informando. Lo que vino después fue la apuesta de Uribe por salvar sus índices de popularidad. Por eso se descargó en su Alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, a quien le pidió la renuncia, haciéndonos creer que fue el propio funcionario el que la presentó voluntariamente. Sin embargo, tratándose de uno de los funcionarios más útiles a los propósitos de distracción del Gobierno, su defenestración resultaba ser un precio que Uribe no estaba dispuesto a pagar. Prefirió tragarse el sapo de no aceptarle la renuncia y redimir de tal manera la consecuencia de haberse dejado llevar, nuevamente, de su soberbia vocación totalitaria.

El agresivo señalamiento a Colombianos por la Paz de ser el frente intelectual de las FARC debe verse, entonces, como una postrer retaliación que todo demócrata debe rechazar.
Pero si algo bueno ha quedado de tanto ir y venir, además de que Uribe haya comprendido que los medios solo están de rodillas mientras convenga a sus dueños, ello es que recibieron renovados bríos los temas del intercambio humanitario y de la salida negociada al conflicto. Alan Jara y Sigifredo López, pese a sus justificadas amarguras, señalaron que el intercambio humanitario es el único camino que conduce sin riesgos a la libertad de quienes están pagando en cautiverio el castigo por unos males que son consustanciales al régimen de explotación en que les ha tocado vivir. Muchos colombianos pensamos igual.

domingo, 1 de febrero de 2009

LOS REFERENDOS BOLIVIANOS: UN PASO ADELANTE


Por Rodrigo López Oviedo

Con la aprobación de dos referendos, el que le dio curso a la nueva Constitución Política del Estado y el que fijó en cinco mil el número máximo de hectáreas en manos de una sola persona, los bolivianos concluyeron una etapa importantísima del proceso de transformaciones en que se encuentran empeñados desde cuando elevaron a Evo Morales a la máxima dignidad de la nación.

Muchas fueron las dificultades que los líderes de este aguerrido pueblo tuvieron que sortear para conseguir la participación del 85 por ciento de los tres millones 890 mil bolivianos aptos para votar, pero también para superar la multimillonaria campaña de la oposición -apoyada en la Embajada estadounidense- y convencer no solo al 60 por ciento de los votantes para que respaldara la nueva Carta, sino también al 75 por ciento para que aprobara el límite de las cinco mil hectáreas a la tenencia de tierras, en oposición a las 50 mil que permitía la moribunda Constitución y a las 10 mil que exigían los terratenientes.

Esas dificultades se venían sufriendo desde cuando los bolivianos, luego de reconocer que era posible superar el ostracismo, la marginalidad y la extrema explotación en que venían sumidos tras siglos y siglos de dominio colonial y oligárquico, comenzaron a ver entre sus propios hermanos de etnia, de clase y de vecindario a quienes podían representarlos en todas las dignidades originadas en las urnas.

Largo fue el camino que hubieron de caminar para hacer que fuera posible llevar a Evo Morales al palacio presidencial e iniciar con él el tránsito hacia una sociedad que no discriminara por motivos raciales o económicos y que estuviera dispuesta a canalizar a favor de todo el pueblo las riquezas del suelo y del subsuelo que hasta hoy se apropian ilícitamente las castas dominantes.

Apenas insinuadas las transformaciones sociales que se emprenderían, esa oligarquía voraz y racista emprendió la más tenaz oposición sin ahorrar esfuerzos ni reparar en métodos, e incluso incurriendo en prácticas criminales. Ya antes había desmantelado el Estado con sus privatizaciones y prácticas corruptas. Ahora la veríamos conspirando contra el Gobierno, convocando referendos ilegítimos, atacando cuerpos policiales leales al Gobierno, programando paros cívicos, saboteando los suministros de combustibles, bloqueando caminos, creando desabastecimientos, reclamando autonomías y reversándose en tales reclamaciones, financiando acciones terroristas y orquestando cuanto permitiera desestabilizar al Gobierno y propiciar acciones golpistas.

El hecho de que el movimiento democrático esté hoy disfrutando los merecidos resultados de estos referendos habla a las claras de lo inútiles que han resultado las reacciones fascistas, pero mucho más claro de lo bien posicionados que están los objetivos que defiende Evo Morales.

La etapa que ahora viene demandará iguales o superiores esfuerzos, puesto que la oligarquía boliviana, no estando en derrota definitiva y padeciendo de la misma resistencia a los cambios de beneficio popular que afecta a la del resto del continente, no cejará en el empeño de frenar los ímpetus de un pueblo que se ha alzado en unidad para impulsar banderas de transformación que a todos inspira y que, para sortear con éxito las nuevas dificultades, contará con la ventaja de la experiencia que ha acumulado hasta ahora y, sobre todo, con la confianza que le depara el haber superado con éxito los muchos obstáculos que esa oligarquía le viene sembrando.