martes, 31 de marzo de 2009

PROPUESTA PARA LA REACTIVACIÓN DE COOPERAMOS


Por Rodrigo López Oviedo

Los amigos que amablemente me socorren con la lectura de estos comentarios me perdonarán que vuelva sobre el tema de Cooperamos, pero creo que debo hacerlo, sobre todo cuando estamos a un paso de sacar la Cooperativa de las cenizas, o de permitir que esa esperanza languidezca ante la indiferencia general.

El pasado 26 de marzo, en una reunión que me resultará grato olvidar, presenté a la Agente Liquidadora y a la Junta Asesora una propuesta para garantizar que la Asamblea prevista para el 18 de abril no vuelva vanos los esfuerzos realizados para la reactivación. Lamentablemente, no fue discutida en esa reunión, que más pareció un juicio de responsabilidades contra el suscrito, ni lo será después. Por eso la presento públicamente, animado por la ilusión de que algunos líderes sopesen la conveniencia de presionar su ejecución.

La propuesta apela a los 7730 asociados que poseen aportes sociales individuales superiores a un millón de pesos, los cuales totalizan 12 mil 345 millones de pesos y representan el 48,12 por ciento de los aportes totales. Este aparente sesgo antidemocrático tiene una razón muy sencilla. El artículo 291, numeral 19, del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero exige que la reactivación sea votada por un número de asociados que represente, mínimo, el 51 por ciento de las acreencias internas. Así lo dicen también los decretos reglamentarios 4030 de 2006 y 1533 de 2008, y lo ratifican los recientemente expedidos 557 y 558 de 2009.

La forma más realista de cumplir con semejante quórum es acudiendo al sector mencionado, pues resultarían imposibles de resolver las complicaciones logísticas de reunir a los otros 60 mil 799 asociados. Sin embargo, esto no debe entenderse como una exclusión, pues lo deseable es el concurso de todos, ya que ello le garantizaría una más pronta estabilización y desarrollo a la renacida Cooperamos. Además, se necesita de tal sector para cubrir el vacío creado por los asociados “pudientes” que no escuchen el llamado y para completar el 48,12 por ciento de acreencias internas que estos representan.

La propuesta consiste en aprovechar que el decreto 1538 de 2007 permite reunir el quórum en audiencias sucesivas. En nuestro caso, las realizaríamos en los municipios donde aún quedan oficinas de la Cooperativa, garantizando que en ellas participen, por presencia física o mediante poder, los mencionados asociados con más de un millón de pesos en aportes. Esto implicaría reunir, como mínimo, 1850 asociados en Espinal, 541 en Chaparral, un mil 648 en Mariquita, 390 en Purificación, 256 en Saldaña y tres mil 45 en Ibagué,

En estas audiencias se votaría el programa de reactivación, y se elegirían y conferirían poderes a los representantes de los asociados del respectivo municipio, quienes concurrirían a la Gran Audiencia de Ibagué, donde se recogerían los criterios de los municipios y se decidiría, ojalá favorablemente, la reactivación.

La efectividad de esta propuesta dependerá de que la Asamblea se posponga dos meses para desarrollar una fuerte campaña orientada a convencer a los asociados de la importancia de su participación y a que los asociados con aportes superiores al millón de pesos reconozcan su responsabilidad en el proceso. Ah, y dependerá también de la presión ciudadana, ya que la Liquidadora está convencida de que una reunioncilla de 300 asociados es suficiente para lograr la reactivación.

lunes, 23 de marzo de 2009

CONMEMORACIÓN Y TRIUNFOS


Por Rodrigo López Oviedo

Comencemos por la conmemoración. ¡Y qué conmemoración! Hoy, 24 de marzo de 2009, FECODE, la Federación Colombiana de Educadores, arriba, con sobrados motivos para el orgullo, a su primer medio siglo de existencia.

Es este un onomástico importantísimo como el que más, pues viene cargado de profundos significados para un sector de los trabajadores, tal vez el más importante entre todos, el de los trabajadores de la educación, que ha visto, por cincuenta años, en su Organización Sindical, al más insobornable, denodado y competente orientador de las constantes luchas que ha tenido que librar para mejorar la calidad de vida de sus asociados.

Pero de igual significación resulta para el resto de colombianos, que hemos sido testigos de las gestas que FECODE ha emprendido por la defensa de la calidad, cobertura y gratuidad de la educación pública, así como de su compromiso inclaudicable con el desarrollo del país, con la defensa de los escasos elementos de democracia que aún nos quedan, con la paz y con los cambios sociales que reclama un pueblo como el nuestro, que está sometido a los intereses y dictados del Imperio y del gran capital.

A FECODE y a todos los educadores, nuestro más rendido y sentido homenaje.

Y hablemos también de los triunfos. ¡Y qué triunfos!

En la minga que realizaron las comunidades indígenas durante los meses de octubre y noviembre del año pasado, y que recorrió trochas y senderos hasta llegar a la capital del país, una de las banderas que con más fuerza se corearon fue la relacionada con la derogatoria de dos disposiciones legales: la Ley Forestal y el Estatuto de Desarrollo Rural. Estas leyes habían sido expedidas con claro desconocimiento de mandatos constitucionales que obligan a consultar los criterios de las comunidades indígenas, y a concertar con ellas, cada vez que se quieran expedir normas que de alguna forma puedan afectar su plena soberanía sobre las tierras que habitan.

Pues bien, mediante sentencia expedida el pasado 18 de marzo, la Corte Constitucional aprobó la ponencia de inconstitucionalidad que contra el Estatuto Rural había presentado el magistrado Jaime Córdoba Triviño, con lo cual se hizo consecuente con otro fallo de la misma Corte que ya antes había declarado lo mismo con relación a la Ley Forestal. El júbilo que despertó este segundo pronunciamiento entre las comunidades indígenas es indicativo de lo mucho que les representa la soberanía sobre sus tierras y el estímulo que recuperarla les ofrece para sus nuevas luchas.

Pero para la otra corte, la de los incondicionales a Uribe, comenzando por Andrés Felipe Arias, responsable de la expedición de las normas que cayeron y del asalto a Carimagua, esta nueva decisión representa un traspié y una lección. Ellos creen que basta con que nuestro Fujimori levante la voz, o que con algunas cuantas gabelas reedite su estratégica yidispolítica, para llevar a igual grado de incondicionalidad a los demás miembros de las otras ramas del poder público. Lo que acaba de mostrar la Corte Constitucional es algo distinto. Con su fallo evidenció que aún le quedan arrestos para defender los derechos que aún consagra la Constitución, no importando los intereses que haya que afectar ni las soberbias que precise doblegar. Ojalá le alcancen esos arrestos para cuando tenga que estudiar los articulitos rereeleccionistas que están por llegarle.

martes, 17 de marzo de 2009

PAÑUELOS BLANCOS POR COOPERAMOS


Por Rodrigo López Oviedo

Con motivo de la publicación de algunos hechos críticos presentados en el proceso de reactivación de Cooperamos, envié al editor de la página económica de El Nuevo Día, el distinguido periodista Óscar A. Varón B., una carta en la que me congratulaba y agradecía tal despliegue, dado lo estimulante que resultaba para una Cooperativa como Cooperamos -que cuenta con 68 mil 529 asociados- toda la difusión que pudiera evitar que su reactivación resultara afectada por la indiferencia con que hace nueve años fue recibida su orden de defunción.


Claro que, como lo dije en misiva enviada al Comité Departamental de Empleo, no todo lo que se difunde redunda en beneficio de la causa buscada, ni toda indiferencia vencida se convierte en apoyo. En lo que atañe a mis columnas, reconozco el desaliento que pudo haber causado entre los amigos de la reactivación la que titulé “Cooperamos: Nubarrones y esperanzas”. Allí formulé algunos señalamientos que hubiera preferido dejar recluidos en el que debería ser el escenario natural de tales discrepancias, es decir, la Junta Asesora de Cooperamos, pero el haber sido excluido de esa instancia me llevó a la desagradable decisión de hacer uso de tal columna para ocuparme del tema.


Sin embargo, considero que en la Junta también hay campo para la sensatez, y que muchos de sus miembros coincidirán conmigo en que el bien que buscamos se merece no solo los mayores esfuerzos, sino también un ánimo dispuesto a reconocer que la realidad social no puede ser vista desde una sola óptica; que las contradicciones que en ella se dan hay que procurar sortearlas con arreglo a los principios democráticos, y que con tales principios conjuga tanto la tolerancia como riñe la exclusión.


Hoy podríamos decir que Cooperamos está en las postrimerías de una oscura noche que duró nueve años, y que la aurora que se le anuncia, con toda la luminosidad que la acompaña, contiene también algunos nubarrones de los que conviene estar concientes a fin de evitar que se precipiten convertidos en borrascosa tempestad capaz de arrasar con lo que quedó de la víspera. En procura de evitarlo, debemos estar listos todos los que esperamos anhelantes ese renacer.


Por eso vuelvo a reclamar mi puesto en la Junta Asesora, pero no porque crea ser indispensable, como algunos podrían pensar, sino porque encarno una decisión de Asamblea que se debe respetar, un compromiso de no hacer nada que no contribuya al avivamiento del ánimo social que se necesita para la reactivación y una visión del proceso que si no se la tiene en cuenta lo puede hacer cojear.


Quisiera contribuir a la ejecución del plan de audiencias municipales que propuse en diciembre pasado, pues considero que las actividades allí planteadas, no obstante los decretos 557 y 558 de 2009, aún se hacen necesarias, aunque con algunos ajustes, si queremos garantizar que a la Audiencia de reactivación concurra el quórum exigido por el decreto 4030 de 2006 y sus modificatorios; pero más importante que ello, que las decisiones de esas audiencias salgan robustecidas con el respaldo del mayor número posible de asociados, que es la única manera de garantizar que sus decisiones efectivamente contribuyan a reeditar esas páginas de grandeza que Cooperamos escribió en el pasado. Posponer la convocatoria de abril 18 sería un buen comienzo.

CARTA DIRIGIDA AL COMITE DE EMPLEO DEL TOLIMA

Ibagué, 16 de marzo de 2009

Respetados señores:


Dada la responsabilidad que ustedes han asumido ante el crónico problema del desempleo y viendo el favorable impacto que a su solución podría causarle la reactivación de Cooperamos, como miembro suplente de la Junta Asesora de esta Cooperativa quiero hacerles llegar algunos comentarios.


Comenzando 2007, el doctor Alberto Bejarano Ávila puso en circulación un importante documento al que denominó “Mi lectura del caso de Cooperamos”. Conocer ese texto me hizo conciente de lo ligeros que fuimos en el Tolima ante la suerte de una empresa que directamente comprometía el sueño y los intereses de 68 mil 529 asociados, e indirectamente el de incalculable número de personas más. Desde entonces, he procurado aprovechar el generoso espacio que me brinda El Nuevo Día para hacer públicas mis preocupaciones sobre el tema, procurando evitar que se repita con el actual proceso de reactivación la vergonzosa indiferencia con que hace nueve años recibimos su orden de defunción.

Claro que no todo lo que se dice redunda en beneficio de la causa buscada, ni toda indiferencia vencida se convierte en apoyo. En lo personal, siempre he procurado que mis afirmaciones periodísticas respecto a Cooperamos giren alrededor de aspectos que aglutinen su base social y no que la dispersen o distraigan de la reactivación. Por eso quiero señalar que si en mi columna del pasado 17 de febrero, “Cooperamos: Nubarrones y esperanzas”, me salí de tal línea y puse en conocimiento público problemas que hubiera preferido dejar circunscritos al ámbito de la Junta Asesora, lo hice obligado por el hecho de haber sido antidemocráticamente excluido de ésta.

Pero necesitamos volver a la calma. Los ruidos evidenciados a través de esa columna, al igual que de los dichos recogidos en la edición de El Nuevo Día del pasado 12 de marzo, no contribuyen al avivamiento del ánimo social que se necesita para reactivar la Empresa. Simpatizante que soy como el que más en el propósito de reeditar ese Cooperamos vital que tantas páginas de empresarismo solidario escribió para orgullo de sus asociados, me comprometo a mantenerme militante dentro del espíritu de no hacer nada que no se oriente a lograrlo. Y ello hace necesario que ustedes, honorables miembros del Comité de Empleo, intervengan ante la Agente Liquidadora, doctora Ángela Parra, a fin de ser restituido a la Junta Asesora, que es donde mis opiniones y propuestas pueden resultar efectivamente útiles, siempre que sean recibidas con mente abierta y entendiendo que la realidad hay que aprender a verla desde distintos enfoques, muchos de los cuales no resultan coincidentes.

Pero más urgente que lo anterior es aplazar la Audiencia de Acreedores Internos prevista para el 18 de abril, ya que por disposición del decreto 4030 de 2006, ésta no puede hacerse sin que el aviso que la convoca se publique dos veces por lo menos en un diario nacional y una vez en uno local y sin que transcurra por lo menos un mes entre la última de tales publicaciones y la fecha de la Audiencia. No habiendo tiempo para cumplir con estos términos, cualquier cosa que se haga terminará viciando el proceso y haciendo inane cualquier esfuerzo.

Respetados señores: Ojalá podamos contar con todos ustedes en este cometido tan importante para el Tolima.

Cordialmente,

Rodrigo López Oviedo

CARTA AL SEÑOR ÓSCAR A. VARÓN B., EL NUEVO DIA

12 de marzo de 2009

Respetado don Óscar:

Quiero manifestarle mi complacencia, al igual que mi agradecimiento, por el amplio despliegue que le dio en el día de hoy al tema de Cooperamos. Desde que el doctor Alberto Bejarano Ávila, por allá en febrero de 2007, puso en circulación un importante texto al que denominó “Mi lectura del caso de Cooperamos”, he procurado hacer públicas mis preocupaciones por la suerte de ésta Empresa. Entre tales preocupaciones tal vez la que más me haya agobiado sea la de la casi total indiferencia con que se afrontó hace nueve años su proceso de liquidación. Por eso, el amplio despliegue proporcionado hoy por usted contribuye a atenuar la indiferencia que también afecta al proceso actual y a disponer favorablemente la voluntad colectiva para que los esfuerzos que se realizan con las miras puestas en la reactivación de la empresa puedan llegar a buen puerto.

El hecho casual que hace diez meses me llevó al seno de la Junta Asesora de Cooperamos me ha permitido conocer más cabalmente lo que está sucediendo en torno a la reactivación, y me ha motivado a aprovechar el generoso espacio que cada martes me brinda El Nuevo Día para opinar, de vez en cuando, en torno a este proceso, corriendo el riesgo de que los lectores puedan verme reiterativo en el tratamiento de este tema.

Pero algo que sí he procurado es hacer que mis manifestaciones periodísticas giren alrededor de aspectos que aglutinen a la base social y no que la dispersen o distraigan de tan encomiable objetivo. Por eso quiero señalar que si en mi columna del 17 de febrero de este año, “Cooperamos: Nubarrones y esperanzas”, me salí de tal comportamiento, lo hice obligado por la circunstancia de haber sido antidemocráticamente excluido del escenario donde solía opinar y proponer: la Junta Asesora, que es donde mis opiniones y propuestas pueden resultar más útiles.
Hoy necesitamos volver a la calma porque ese clima de enfrentamiento, que puede deducirse de mi mencionada columna y de lo que las circunstancias lo obligaron a usted a publicar en el día de hoy, no redunda en el avivamiento del ánimo social que se necesita para garantizar que prevalezcan los intereses de los 68 mil 529 asociados de Cooperamos, los cuales solo podrían favorecerse si les ofrecemos escenarios que les permitan reconstruir la que fue la Empresa más importante que se haya construido con el esfuerzo exclusivo de los hijos del Tolima.
Dicho lo anterior, quiero invitarlo a usted a convertirse en animador de este proceso de reactivación a través de un acompañamiento más cotidiano de lo que ocurre en torno a él.
Quiero invitar también a la doctora Ángela Parra y a la Junta Asesora a recibir con ánimo menos reactivo mis desinteresadas críticas y mis modestos aportes, pues considero que la realidad hay que aprender a verla desde distintos enfoques, muchos de los cuales no resultan coincidentes.
Por mi parte, me comprometo a seguir aportando al propósito de lograr lo que más les conviene a los asociados y, en general, a los tolimenses: un Cooperamos vital y dispuesto a reeditar esas páginas de empresarismo solidario que tanto orgullo despertaron entre todos nosotros. De seguro que en ello resultará ganando el Tolima.
Cordialmente,

Rodrigo López Oviedo

lunes, 9 de marzo de 2009

LA ASAMBLEA DE COOPERAMOS


Por Rodrigo López Oviedo

Gracias a la visita a Ibagué del ministro Juan Lozano, volvió a reunirse la Junta Asesora de Cooperamos, aunque según parece, de una manera informal. A esta reunión tampoco fui invitado, pese a ser Asesor Suplente, pero sirvió para conocer la conformidad de sus miembros y de la Agente Liquidadora, doctora Ángela Parra, con los decretos 557 y 558 de 2009, cuyos contenidos están relacionados con la promesa del presidente Uribe de colaborar en la reactivación.

Se trata de una conformidad errónea porque estos decretos no resuelven la mayor dificultad de la reactivación, consistente en la exagerada exigencia del decreto 4030 de 2006, modificado por el 1533 de 2008, el cual autoriza la reactivación siempre que se haga con un quórum representativo de por lo menos el 51 por ciento del capital social de la empresa. Esto significa una carga enorme para Cooperamos, que cuenta con 68 mil 529 asociados.

Con la expedición de los decretos 557 y 558 de 2009, La Junta Asesora y la doctora Parra creyeron cumplido el compromiso presidencial, pero están equivocadas. El 557, por ejemplo, establece que los decretos 4030 y 1533 “no serán aplicables si no se logra el quórum necesario para la reunión de acreedores internos”. Esto quiere decir que solo habrá reactivación si se reúne un número de asociados que represente el 51 por ciento del capital social

Por su parte, el 558 ratifica que la audiencia de acreedores internos deberá convocarse “de acuerdo con lo previsto en el decreto 4030 de 2006 y las normas que lo modifiquen o adicionen. Si no se logra reunir el quórum necesario para el efecto, o no se acoge el programa de reactivación, deberá convocar a la asamblea de asociados. En dicha asamblea se podrá nombrar uno o varios liquidadores para continuar la liquidación de la cooperativa”.

Como podemos observar, el 558 ratifica nuevamente los contenidos del 4030 y del 1533 y precisa que la asamblea que se convoque por no haber habido quórum en la audiencia de acreedores será para “continuar la liquidación de la cooperativa”, lo cual es distinto a “continuar la reactivación de la cooperativa”, que es precisamente lo que estábamos esperando.

Pero dice también el mismo 558 que si en esta asamblea tampoco hay quórum, se convocará una nueva asamblea “en la cual se podrá decidir válidamente con cualquier número de asociados, para efectos de la aprobación de la rendición de cuentas del liquidador saliente y nombramiento del nuevo liquidador”, lo cual también es distinto a “continuar la reactivación de la cooperativa”, respecto de lo cual hay silencio.

En síntesis, el 557 y 558 son un fiasco y hacen estéril cualquier asamblea que no cumpla con el quórum establecido en los decretos 4030 y 1533. Lograr tal quórum solo puede ser consecuencia de un plan como el que propuse en diciembre pasado, al cual no se le ha querido dar discusión y para cuyo desarrollo se requiere de un plazo que vaya más allá del 17 de abril, fecha de la nueva asamblea, según lo dijo Uribe en Chaparral.

Mientras tanto, sigo reclamando para que no se burlen más las decisiones de la asamblea que me eligió Asesor Suplente. No por pensar distinto a la Agente Liquidadora se pueden desconocer los desinteresados aportes que puedo hacerle al proceso.

lunes, 2 de marzo de 2009

EL II CONGRESO DEL POLO


Por Rodrigo López Oviedo

Con un rotundo éxito, y con los que son, terminó el II Congreso del Polo Democrático Alternativo. También con orientaciones claras acerca de los comportamientos que debe tener al Partido en medio de esta nube espesa en que, a pesar de su estado apenas incipiente, ya está convirtiéndose el debate por el relevo o la continuidad presidencial: El Congreso decidió participar con candidato propio, el cual será escogido en una consulta abierta en fecha próxima a definirse.

Resultaron lamentables las ausencias de Lucho Garzón y de María Emma Mejía, al igual que el retiro de Gustavo Petro cuando las deliberaciones tocaban a fin. Estas actitudes desentonaron con el pasado de lucha de estos dirigentes y, aunque no los dejan por fuera del Partido, sí ponen en evidencia su incomprensión del fenómeno político que está protagonizando el Polo, así como la pérdida de coincidencias entre los propósitos del Partido y sus intereses personales.

Habiendo sido conservar la unidad el mayor propósito del Congreso, sus resultados no pueden calificarse de derrota para nadie. Pero eso sí, hubo un gran vencedor: Carlos Gaviria Díaz. Todas las actuaciones de este dirigente, previas al Congreso, estuvieron orientadas a evitar convertirse en factor de división, y por ello su reiterada invocación para que su nombre no girara más en torno a presidencias partidarias o a candidaturas presidenciales. Esto lo entendieron bien las bases; pero también entendieron que el Partido no podía darse el lujo de semejante desperdicio y que la mejor manera de garantizarse su mayor unidad era precisamente reconociéndole al Maestro sus grandes dotes de conductor; de allí que lo haya ratificado como Presidente de la Colectividad, sin que ello lo inhabilite al momento de escoger, mediante consulta abierta, el candidato presidencial para el 2010.

Y aceptando esta decisión, Gaviria dio muestras adicionales de respeto a esa democracia que muchas veces le impone a quien se reclama demócrata el sometimiento de sus personales inclinaciones a los designios de las mayorías, así esos designios le roben su derecho a recluirse tranquilamente en los cuarteles de invierno.

Otra fue la actitud de Petro, quien prefirió retirarse, casi en solitario, a tener que aceptar que sus muchos aciertos como senador no le fueran suficientes para granjearse la voluntad de las bases y, con ella, una candidatura que hasta el momento solo ha gravitado en su propia cabeza. Ojalá que las amarguras que suelen acompañar este tipo de frustraciones no lo lleven a marginarse de este proyecto político, al que tantos esfuerzos le ha consagrado y del que solo es posible esperar resultados tangibles para el pueblo en la medida en que esté inspirado en un programa que, como el que se ha venido construyendo, conduzca al establecimiento de un nuevo poder, que ponga en manos de todos los miembros de la sociedad los satisfactores de sus múltiples necesidades materiales y espirituales, siempre en un marco de paz, democracia, justicia y armonía.

Semejante proyecto solo será posible sacarlo adelante con el concurso desinteresado de todos los colombianos que quieran comprometerse a construirlo de la mano de dirigentes desinteresados como muchos lo han sido, y como aspiramos a que vuelvan a serlo las mariaemmas, los luchos y los petros. Mientras tanto, otros siguen en la brega, y de qué manera, como el Maestro Carlos Gaviria Díaz.