martes, 27 de octubre de 2009

COOPERAMOS: UN TRIUNFO CON BEMOLES

Por Rodrigo López Oviedo
En su Asamblea del pasado 24 de octubre, Cooperamos obtuvo un triunfo de características mayúsculas al protocolizar su reactivación. La región podrá contar nuevamente con la más importe empresa que se haya levantado con el esfuerzo de los tolimenses y sus casi 60 mil afiliados podrán volver a sus oficinas a disipar las penas de sus bolsillos y a disfrutar de los muchos otros servicios allí dispuestos para atenderles.

Se trata, por supuesto, de un hito que nos regocija, pero del cual no podemos olvidar que se hizo posible gracias a unos cuantos ciudadanos que se dedicaron con denuedo a concretarlo, no obstante que algunos ni siquiera eran asociados. Los tiempos que vienen recuperarán sus nombres para rendirles el homenaje que aún hoy no tenemos conciencia de deberles.

Pero tampoco podemos dejar que esta experiencia pase sin que nos percatemos de que se concretó sin haber resuelto algunos problemas presentados durante el proceso, los cuales pudieron haberse convertido en escollos insalvables de no haber sido por la Superintendencia de Economía Solidaria. Esta Entidad eludió pronunciarse sobre las irregularidades de las tres audiencias de acreedores internos que antecedieron a la Asamblea, no obstante que la ley solo autorizaba la realización de una sola y que ninguna se dio con el quórum exigido por el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero.

No haber aprendido de esa experiencia nos llevó a nuevos errores, de los cuales tal vez el más craso haya sido el de cambiar el objeto social. Cooperamos no seguirá siendo la cooperativa de “ahorro y crédito” que todos conocimos, sino la de “aporte y crédito” que algunos equivocadamente creyeron que tenía que ser.

Esta decisión transgrede el contenido del decreto 557 de febrero de 2009, el cual señala: “Solo aquellas cooperativas con actividad financiera que se encuentren en liquidación y se sometan al procedimiento de reactivación previsto en el presente decreto, podrán ejercer nuevamente el objeto social que venían desarrollando con anterioridad a la orden de disolución y liquidación”. Esto quiere decir que solo las cooperativas que ejercían el objeto social de “aporte y crédito” podrán ejercer nuevamente ese objeto; no así Cooperamos, ya que el que ejercía era el de “Ahorro y crédito”. De este nuevo error solo podrá salvarnos la Supersolidaria, haciéndose nuevamente la de la vista gorda.

Lo lamentable es que ese error no solo es jurídico. Ahora los asociados, muchos de ellos de salario mínimo o desempleados, solo podrán conservar su condición si aceptan privarse de un bocado, mes a mes, para poder entregarle a Cooperamos, como aporte, el cinco por ciento de ese salario.

Ahora bien, quienes vimos a la Agente Liquidadora deseosa de perpetuarse en la dirección de la Cooperativa perdimos toda duda. Hizo circular por internet la idea de que el período del gerente fuera de cuatro años. Afortunadamente, a la Asamblea no se le presentó esa idea, que de haber sido aprobada habría puesto a la Entidad en alto riesgo.

Tristemente, su propuesta de disminuir el Consejo de Administración a cinco miembros sí fue discutida y aprobada. ¡Felicitaciones! Para redondear semejante esperpento antidemocrático, solo le faltó agregar que fueran cinco miembros incondicionales, como los que tuvo en la pasada Junta Asesora, con la sola excepción de la señora Margarita Enciso.

¡Lástima que esta alegría nos llegue con tantos bemoles!

lunes, 19 de octubre de 2009

CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD

Por Rodrigo López Oviedo

La corrupción que hemos sufrido bajo la batuta de Álvaro Uribe será conocida por la historia como la de los mayores índices, pero también como la de mayor tolerancia social. Ni siquiera bajo Turbay este fenómeno alcanzó los niveles que hoy tiene ni los grados de permisividad que ostenta. Un buen ejemplo en contra es el que nos ofrece la sociedad española, donde recientemente viene dándose una formidable batalla contra tan aborrecible fenómeno, y más concretamente contra un caso al que se le conoce como la trama Gürtel.

La trama Gürtel se originó a raíz de una serie de contrataciones, tanto públicas como con el Partido Popular, que estuvieron antecedidas por untadas de mano de parte de un personaje al que le gusta que lo llamen don Vito, seguramente para inspirar los sentimientos que despertaba el Vito Corleone de Puzo. Aunque los corrompidos, 71 en total, eran todos militantes del Partido Popular, el mismo de Aznar, y alcanzaron a recibir dineros y regalos que en suma ascendieron aproximadamente a 16 mil millones de nuestros pesos, alteraron a tal grado el sentimiento íntimo de los españoles que ya muchos han sido destituidos de sus cargos y retirados del Partido

Notarán los lectores que esos casos ofrecen unas diferencias abismales, comparados con los que ocurren en Colombia. No solo por la cuantía sino también por los efectos: un desmedro del patrimonio público de 16 millardos de pesos no conmovería a nadie en nuestro país. La Fiscalía, la Procuraduría y el Zar Anticorrupción han coincidido en afirmar que este fenómeno nos cuesta a los colombianos cuatro billones de pesos anuales, y la cifra no ha despertado los merecidos pronunciamientos ciudadanos, pese a saberse que los autores, utilizando las más sorprendentes triquiñuelas, quedan sin castigo en unos altísimos porcentajes.

El ejemplo más reciente es el del programa Agro Ingreso Seguro. Este programa sirvió para que se feriara entre algunos amigos de las campañas de Álvaro Uribe y Andrés Felipe Arias buena parte de los multimillonarios recursos que estaban supuestamente destinados a prevenir y subsanar los destrozos que sobre las economías de los pequeños y medianos campesinos iría a producir el TLC. Pues bien, ya el Gobierno, gestor del programa y de su reglamentación y culpable de su mal uso, encontró que la forma de ganarse la impunidad era endosándole la culpa a otros o haciéndose pasar por víctima de supuestos tramposos, como lo viene haciendo.

Si al caso de Agro Ingreso Seguro le agregamos lo perdido en nóminas paralelas, sobrevaloración de predios afectados por la construcción de obras públicas, reconocimiento de obligaciones inexistentes por parte de jueces venales, establecimiento de zonas francas a la medida de determinados personajes, tráfico de subsidios y suplantación de beneficiarios, inauguración de obras inexistentes, fraccionamiento de contratos, sobreprecios y demás violaciones a las normas de contratación pública, en fin, si hacemos una sumatoria de todos estos tipos de anomalías, al igual que de muchas otras que se omiten por razónes de espacio, y los comparamos con los 16 millardos, la diferencia resulta tan abismal que la corrupción española parecería ser hechura de las hermanitas vicentinas.

Esto debe convencernos de que las luchas contra la corrupción y la impunidad deben ocupar los primeros lugares en las prioridades programáticas de los sectores democráticos. Con tales flagelos no hay futuro.

lunes, 12 de octubre de 2009

EL NOBEL PARA OBAMA

Por Rodrigo López Oviedo

El premio Nobel que le fue otorgado al presidente Obama ofende la conciencia del mundo democrático. Estados Unidos ha sido la encarnación de los mayores apetitos expansionistas, el burlador por excelencia de la soberanía de los pueblos y, con Alemania, el principal protagonista de las guerras de agresión que en el mundo ha habido. El gran gendarme ha vivido dedicado a dejar sin aliento a quien quiera que en el mundo intente poner en riesgo un solo dólar de cualquier gringo o limitarle la posibilidad de apropiárselo. Hoy, como siempre, amenaza a los pueblos que quieran organizarse de una forma distinta a la suya, y nada de eso cambiará. Al menos no por la voluntad de Obama, quien, en estos nueve meses en el poder, no ha mostrado ningún interés práctico en hacerlo.

El Comité del premio, al advertir la inconformidad que su decisión levantaría, señaló la imposibilidad de que la distinción recayera siempre en “personas que están luchando (por la paz) y son idealistas”. Detrás de estas palabras solo hay el reconocimiento de que en Obama no hay un idealista ni un luchador por tan sentido ideal; tal vez sí un hombre cargado de buenas intenciones, pero sometido a la maquinaria bélica que domina en el Pentágono, del cual dependen las acciones guerreristas de Estados Unidos y de cuyas garras no aspira a liberarse. Esto es lo que hace desmoronables las ilusiones de quienes ven en el premio un estímulo al Obama de la campaña electoral, para que, poniéndose al servicio del desarme nuclear y de la protección del medio ambiente, actúe en consonancia con sus discursos altermundistas.

Tal parece que el Comité no supiera que las políticas medioambientales de Bush siguen intactas y que Obama ni siquiera le ha dado el gusto a la comunidad internacional de comprometerse con los protocolos de Kioto. Da la impresión de desconocer que cuando Obama rechaza el armamentismo no hace referencia al del estado que él gobierna, sino al de Venezuela, cuyos costos resultan minúsculos comparados con los que él conciente en que su país incurra para atender los agresivos conflictos en que se halla comprometido. Este Comité parece que no supiera que el propio Obama ha seguido adelante en el propósito de activar la IV Flota para infundirles miedo a los países centroamericanos y del Caribe, que han resuelto organizarse de una manera distinta a la usanza norteamericana y da la impresión de que no reconociera en las siete bases militares que el galardonado ocupará en Colombia una amenaza para los anhelos independentistas que bullen al sur del continente. Ni parece advertir su silencio respecto del anhelo cubano de recuperar a cinco valerosos héroes que purgan en mazmorras estadounidenses su pecado de enfrentar “en las entrañas del monstruo” las bandas terroristas allí desatadas contra la Isla.

En fin, el Comité parece no haber advertido que estos nueve meses no han sido suficientes para corroborar la sinceridad de los discursos de campaña de Obama ni tampoco la solidez de sus intenciones de materializarlos. Si pensó que con el premio instaría al Presidente al cambio, todas las señales que el presente muestra deberían servirle de mal presagio a lo que encontrará al finalizar su mandato. Pero el ojo ya está afuera y nada puede hacerse por el prestigio del premio.

martes, 6 de octubre de 2009

MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Por Rodrigo López Oviedo

Que cada pueblo se merezca el gobierno que tiene parece ser una sentencia plenamente confirmada en Colombia. Las mediciones de opinión respecto del gobierno de Uribe dan cuenta de una conformidad ciudadana tan extrema con él y con lo que hace que resultaría difícil equivocarnos al afirmar que es el que nos merecemos. Incluso hasta podríamos pensar que permaneceríamos conformes con cualquier cosa que hiciera, sin importar sus desaciertos, sus yerros ni desvergüenzas.

A los ciudadanos del común suele escuchársenos resonar como bafles, repitiendo al unísono, y casi sin desafinar, todo lo que le resulte conveniente a la continuidad de un régimen que cada día nos empobrece más, nos subyuga más y nos deja cada vez con menos futuro. Y resonamos como sapientísimos oráculos, sin percatarnos de que detrás de nosotros están los dueños del país manipulando nuestras conciencias y haciéndonos creer que lo que pensamos se origina en nuestros cerebros y no en los sofisticados laboratorios de propaganda ideológica y política en que se han convertido los grandes medios de comunicación de que son dueños.

Esto es lo que explica que, a pesar de que reconozcamos las muchas falencias de nuestro gobierno, de que nos escandalicemos con las largas uñas de muchos de sus funcionarios, con sus iniquidades y sus crímenes, y de que nos percatemos de sus artimañas para hacer del Estado un botín explotable a perpetuidad, nos mostremos dispuestos a permitir que continúen, período tras período, en su productivo oficio, sin que hagamos caso a las alternativas que ofrecen muchos otros colombianos, que entregan con desprendimiento lo mejor de sus vidas al propósito de construir un nuevo poder, capaz de proscribir tan aviesos métodos y de elevarnos moral y materialmente hacia estadios más dignos de la condición humana.

Que el pueblo se merezca el gobierno que tiene es, entonces, una afirmación que requiere revisarse. Los merecimientos de nuestro pueblo no pueden depender de lo que circunstancialmente piense o desee, pues lo que piensa y desea no es más que un producto derivado de años y años de sometimiento a una cultura dominante que no le es la propia, sino la de los grandes dueños de los medios de producción, la cual le ha sido impuesta, especialmente, a través de unos medios de comunicación que le informan y entretienen, pero que también le forman y deforman su entendimiento.

No. Los merecimientos reales del pueblo están en clara dependencia de lo que produce, que no es ni más ni menos que esa riqueza material y espiritual que solo puede crearse a través de su trabajo. Sobre la base de esos merecimientos debe edificar su propio gobierno, aunque para hacerlo deba demoler las estructuras del gobierno que le precede.

Siendo el monopolio sobre los medios de comunicación una de esas estructuras, y tal vez de las más importantes, su democratización es de gran importancia. Al pueblo no puede garantizársele el sagrado derecho a la información oportuna y objetiva si no se ponen en sus manos los instrumentos apropiados para lograrlo. A ese derecho debe supeditarse la supuesta libertad de prensa, que en Colombia solo ha significado la libertad de los monopolios de la comunicación a deformar los hechos, a tergiversar la realidad y a poner a la sociedad a pensar y obrar en contra de sus verdaderos intereses.


jueves, 1 de octubre de 2009

EL CAMINO A SEGUIR

Publicado el 30 de septiembre de 2009
Por Rodrigo López Oviedo

Lánguidas resultaron las consultas en que estuvieron comprometidos, entre otros, los partidos Liberal y Polo Democrático Alternativo. Lánguidas, pero también lamentables, y no tanto para el liberalismo, cuyos resultados alcanzados parecen confirmar que de este Partido solo va quedando algo más que un pequeño coro de militantes nostálgicos y anhelantes de que el país olvide que su colectividad comparte con el conservatismo la responsabilidad de los graves males que azotan hoy al país, pues lo ha acompañado en los oficios del poder desde el nacimiento mismo de la vida republicana.

Lamentable, sí, para el Polo, que no encontró la manera de sobreponerse a la campaña del establecimiento, harta, ésta sí, de recursos lícitos e ilícitos, puestos al servicio de hacer creer que con Uribe en la escena política nacional es más que suficiente y que todo esfuerzo por promover a otros protagonistas podría resultar inútil. Y esto, agravado para el Polo por los aberrantes casos de “voltearepismo”, de los que inexplicablemente fue víctima, y agregado a las deficiencias mismas de la campaña, en la que alguno de los bandos no quiso abandonar su propensión a la crítica malsana, produjo como resultado una abstención del 82 por ciento, si tomamos en cuenta los dos millones 600 mil votos de Gaviria en los últimos comicios presidenciales.

Ante tan alta abstención, quisiéramos pensar con el deseo y manifestar que ella puede ser también un indicativo del desinterés en que ha caído todo el electorado, y del cual también puede ser víctima el uribismo, lo que lo pondría en dificultades para superar el umbral necesario para quedarse con el referendo a su favor.

Se trata, por supuesto, de una conclusión no muy alejada de la realidad, pero que, para materializarla, debe adobarse con un trabajo capaz de seducir a ese 18 por ciento de polistas que estuvo en las urnas y que podría volcarse a la campaña contra el referendo en pos de una abstención que disuelva toda duda acerca de los anhelos nacionales de renovación política.

Ahora bien, habiendo sido Gustavo Petro el vencedor de la jornada en lo que hace relación al Polo, los analistas de la colectividad deberán descifrar si tal resultado puede interpretarse como una revisión de las conclusiones del Segundo Congreso y si lo que debe venir ahora es la búsqueda de acuerdos con Pardo, ganador de la consulta Liberal, y con las demás fuerzas no uribistas para ofrecerle al electorado una opción con posibilidades de triunfo en el enfrentamiento que se viene, ya contra Uribe en persona o ya contra su representante, o sí por el contrario habrá de esperarse hasta la segunda vuelta, como lo determinó el Polo en su Congreso.

En esta perspectiva, lo recomendable sería poner en manos de Petro la potestad de trazar el camino a seguir, siempre que no se dejen de lado los principios que la organización partidaria tiene establecidos en su ideario de unidad y en sus estatutos. Esclarecido el camino, debemos disponernos todos a caminar por él, en la intención de hacer del Polo un verdadero atractivo para las demás colectividades y los indecisos, todo dentro del propósito de librar al país de otro cuatrienio más de lo mismo y de forjar las bases para la construcción de una Colombia en la que quepamos todos sus hijos.