sábado, 25 de junio de 2011

INTERESANTE, PERO

Por Rodrigo López Oviedo

Gustavo Petro ha sido un hombre especial. En los recuentos que eventualmente ha hecho de su valiosa existencia, se ha preocupado por presentarse como reacio al uso de las armas, aunque reconoce que participó por cuenta del M-19 en las conversaciones que llevaron a esta organización a firmar los acuerdos de paz que convirtieron a algunos de sus hombres, incluido él, en protagonistas de la política nacional.

Dueño de una envidiable inteligencia, ha logrado sobresalientes desempeños en cuanta actividad ha tenido que participar. Así lo reconocen quienes lo han visto actuar, por ejemplo, en el Congreso, en la plaza pública y como candidato presidencial, escenarios de los cuales siempre ha salido airoso, como también de los duelos verbales que ha sostenido con prestantes personalidades del país, entre las cuales se destacan sus contrincantes de la pasada campaña.

Lamentablemente, Petro tiene un problema de comprensión matemática. Ha dado en la flor de sumar los dos millones y medio de votos que obtuvo en la primera vuelta de la pasada justa presidencial a los tres millones y medio que en la segunda sacó Antanas Mockus. De acuerdo con esa singular operación, que es tanto como si sumara los puntajes que obtuvo en un campeonato a los logrados por otro en otro, una alianza de ellos dos tendría asegurados seis millones de votos, lo que haría imbatible su candidatura, o la de Antanas, a la Alcaldía de Bogotá.

Tan convencido está de las anteriores cuentas que las hizo públicas en la última entrevista que le concedió a Semana.com. Olvidó, eso sí, depurarlas con algunas restas indispensables: las correspondientes a los votos de Garzón, Fajardo y Peñalosa, que ahora no marchan con Antanas, así como los de tantos polistas que votamos por él porque también él era del Polo, y los de muchos otros que sin serlo lo acompañaron con la ilusión de que con él se le pondría fin al impúdico mangoneo que hacen del poder las castas oligárquicas.

En sus análisis, Petro debería tomar en cuenta otros aspectos de elemental política. Por ejemplo, que los electorados no son endosables; que el elector vota de acuerdo con unas circunstancias que, por cambiantes, hacen también cambiantes sus preferencias electorales. Y que si bien con Antanas podría configurar una alianza interesante, esta no pasaría de ser una alianza electorera, excluyente y alejada del Ideario de Unidad que él mismo contribuyó a forjar en el Polo. Cuando dé muestras de estos entendimientos y actúe en consonancia, podrá recuperar el ascendiente que tuvo en el corazón de quienes ansiamos la conformación de un gran frente que reconstruya al país en beneficio de los más necesitados.

domingo, 19 de junio de 2011

EL POLO Y LA PAZ

Por Rodrigo López Oviedo

No parece haber mucha consistencia entre la aseveración del presidente Santos de tener en sus manos la llave de la paz -lo que haría presumir que también tiene intensiones de alcanzar tan anhelado bien- y sus actos de gobierno. Por el contrario, quienes quisiéramos ver materializadas en hechos tales intensiones nos encontramos cada día con evidencias que las desvirtúan.

Sus iniciativas ante el Congreso son el mejor ejemplo de lo dicho. Con ellas podría ir creando condiciones para satisfacer el reclamo de justicia social que demandan los alzados en armas como prerrequisito para firmar la paz, pero, por el contrario, las utiliza para acentuar el régimen de inequidad y exclusión que golpea a las mayorías. Así lo demuestran su acto legislativo de sostenibilidad fiscal, su Plan Nacional de Desarrollo, su preocupación por centralizar las regalías y su proyecto de reestructurar la educación superior, entre otras iniciativas.

Las guerrillas, por el contrario, han venido sosteniendo que quieren conversar sobre la paz; pero no la paz de los sepulcros, sino la paz con justicia social; y no solo para hoy, sino con plenas garantías de cambios que garanticen el no retorno a las condiciones que las vieron nacer. Y aunque algunos han querido hacer ver en tales declaraciones la prueba de los cantos de victoria que exitosamente logró gravar el presidente del perrero en las entendederas de muchos colombianos, Juan Manuel Santos debería aprovechar esa sumatoria de declaraciones y victorias y darle curso al clamor de tantos colombianos que se pronuncian por la formalización inmediata de un proceso de paz.

Lamentablemente, le rehúye como el ratón al gato a ese proceso, pues tiene detrás al sector oligárquico que se ha enriquecido con la industria de la guerra y que bien sabe que un proceso de paz sería nuevamente aprovechado por la insurgencia para descorrer el velo que oculta las exageradas tasas de ganancia de los sectores financieros, la exclusión de toda representación política de los sectores populares, el arrinconamiento de los campesinos e indígenas por narcoparamilitares , terratenientes e impulsores de los megaproyectos agroindustriales y mineros y la aplicación de políticas neoliberales que privan a los colombianos de sus derechos, dejan a la sociedad sin participación en los bienes que deberían ser públicos y a Colombia convertida en país donde las trasnacionales hacen su agosto.

Al movimiento popular le corresponde liberar al Presidente de esa nefasta influencia y ponerlo a tono con su discurso de posesión. Para ello requiere fortalecer un partido que, como el Polo, esté dispuesto a orientarlo hacia tal fin y, por ahora, a combinar las tareas electorales con la lucha por la paz.



lunes, 13 de junio de 2011

PARA RECUPERAR EL RESPETO

Por Rodrigo López Oviedo

Los sincronizados ataques que sufrió la plataforma informática de la Registraduría Nacional a manos del Ejército, la Policía y el DAS deberían suscitar algunos interrogantes:

PRIMERO: ¿Si el DAS, el Ejército y la Policía son organismos políticamente no deliverantes, qué interés especial podían tener en los resultados de las elecciones que dieron origen al ataque para querer afectarlos con tan repudiable actuación?

SEGUNDO ¿Qué interés podían tener en la suerte de un Registrador al que solo le asistía el pecado de haber señalado públicamente la imposibilidad de la Registraduría de atender a corto plazo una consulta en la que estaba comprometido un tercer mandato del presidente de la República de entonces?

TERCERO ¿De quién recibieron instrucción para realizar tan criminal atentado a la democracia que ellos mismos deberían estar prestos a defender? ¿Quién los coordinó y a quién habrían beneficiado con tan extraño proceder si hubieran logrado coronar los propósitos del avieso plan?

Como para un buen entendedor que quiera entender con pocas palabras basta, simplemente reforcemos las anteriores inquietudes con unas pocas más, en este caso relacionadas con el caso del ex director del DAS Miguel Masa Márquez. ¿Será que a este General, por fortuna en uso de buen retiro, se le torció el corazón en los días que antecedieron al atentado que le quitó la vida a Luis Carlos Galán, o siempre lo tendría dispuesto a responder con las artes que fueran del caso, incluidas las malas, a los llamados de esa clase oligárquica, no importa que su salario proviniera del presupuesto público? ¿Será que su abyección lo llevó incluso a defender a esas oligarquías de los peligros en que pudieran verse sus entronques con las mafias, en ese entonces representadas en Pablo Escobar? ¿Andaría solo el General en ese plan?

Las anteriores reflexiones deberían hacerse en los cuarteles. Ningún país que quiera merecer el respeto del mundo puede permitir que sus organismos de seguridad sean utilizados para acciones criminales. Ejemplos como los mencionados, agravados con desapariciones forzadas, ejecuciones fuera de combate, contubernios con criminales y demás manifestaciones por el estilo deben proscribirse tajantemente y dar lugar al castigo de sus autores materiales y de quienes dan la orden. Pero, más importante que de estos, de quienes se amparan en su poder económico y político para trazar las políticas y ponerlas en curso. No asumir esta reflexión podría llevar a las fuerzas del orden a un nuevo protagonismo, tanto por acción como por omisión, en genocidios como el que se perpetró contra la Unión Patriótica, y que hoy continúa en el asesinato selectivo de sindicalistas, defensores de derechos humanos, periodistas y democrátas en general.

lunes, 6 de junio de 2011

UNA INMENSA ALEGRÍA QUE PUDO SER MAYOR

Por Rodrigo López Oviedo

Para los ciudadanos que desfilamos contra AngloGold Ashanti fue tanta y tan perdurable la alegría que nos produjo el descubrir que somos miles y miles los que no queremos que se explote la mina La Colosa que hoy, cuatro días después, todavía nos sentimos inundados de esa felicidad, así como del placer de saber que lo que debe hacerse se está haciendo como debe ser y produciendo tan excelentes resultados.

El éxito de la jornada tiene su paternidad circunscrita a unas cuantas organizaciones de ambientalistas que han entendido el grave peligro que, con la explotación de la mina, se originaría en las montañas del Tolima y se cerniría sobre una basta zona del territorio nacional, y que, entendiéndolo así, asumieron la gran tarea de desafiar al coloso de la indiferencia y convertirlo en el maravilloso torrente humano que todos vimos en las calles el pasado jueves.

Pero debemos señalar críticamente que esa alegría bien habría podido ser mayor si a los organizadores se les hubieran sumado otras fuerzas. Imaginemos, por ejemplo lo que habría sucedido de haber estado presentes en la preparación las organizaciones sindicales, magisteriales, de la salud, y comunales. El no haber estado presentes habla de la necesidad que tiene el movimiento popular de una organización política que sea capaz de coordinar todas las vertientes sociales y ponerlas a marchar al unísono en eventos como el que se comenta. Esta es una crítica que le cabe al Polo Democrático Alternativo, pues si bien sus militantes más destacados cumplen un importante papel en las organizaciones de masas, el partido como tal parece limitado a las tareas electorales.

Y así como el desfile sirvió para mostrar el alto nivel de conciencia que se ha alcanzado en torno a la mina de La Colosa, esa fervorosa multitud que recorrió las calles también debe ser vista como un emplazamiento popular a las autoridades departamentales y municipales para que rompan todo vínculo con AngloGold Ashanti y su pretensión de explotar la mina.

A partir de este desfile, no tiene ninguna presentación que se sigan recibiendo limosnas de esa firma para financiar actividades culturales y deportivas que igual se realizaban cuando aún no habían pisado tierras del Tolima. Y tal vez por estar asida con mayor vigor al corazón de los tolimenses, la primera institución que debería renunciar a esas migajas es el Deportes Tolima. El señor Camargo debería entender que los afanes de lucro no pueden estar por encima de las conveniencias de la región.

Mil felicitaciones a los organizadores y hacemos votos sinceros para que puedan contar con respaldos más efectivos en sus próximos eventos.