lunes, 27 de febrero de 2012

INICIATIVAS POR EL AGUA

Por Rodrigo López Oviedo

La época en que vivimos la caracteriza una gran ofensiva de los dueños del capital contra todo lo que implique la prevalencia de lo social. Se trata de una ofensiva que en algunas partes ha contado con la resistencia del Estado, pero en otras, como es nuestro caso, con su complicidad.
Un sector en el que no ha dejado de notarse esa ofensiva es el del agua potable. Las normas que regulan este sector, ley 142 de 1994, con alguna que otra modificación, reflejan el espíritu del mandatario de entonces, el doctor César Gaviria Trujillo, el mismo que le concedió patente de corso a la iniciativa privada al ponerle en sus manos las políticas neoliberales y de apertura económica. Con base en tal legislación, el gobierno de Ernesto Samper otorgó las primeras concesiones de aguas, una en Cartagena y otra en Barranquilla, dándole  curso al largo viacrucis de sometimiento de tan vital derecho a los caprichos capitalis tas.

Desde entonces, todo lo que las altas instancias de la política nacional hagan u ordenen hacer en materia de suministro, calidad y eficiencia de los servicios de acueducto y saneamiento básico, y en general sobre servicios públicos domiciliarios, está inspirado en altas tasas de rentabilidad para la banca y los inversionistas privados que participan en su prestación, sin que haya ningún interés por las tasas de retorno social, que son, en últimas, las que deberían primar cuando quiera que se trate de decisiones gubernamentales.
Para fortuna de todos, existe un sector social que se  está moviendo: El de los propios directivos de los acueductos comunitarios y veredales, quienes vienen afinando iniciativas para desarrollar un movimiento nacional que pueda asumir con posibilidades de éxito las tareas que conduzcan a la pronta y definitiva solución de tan grave problema o evitar que se agudice más. Con tal propósito, se reunieron en Bogotá el pasado 18 de febrero en el Primer Seminario Nacional de Organizaciones Comunitarias Prestadoras de Servicios Públicos.

En tal evento, los directivos presentes, 60 en representación de 14 departamentos, luego de examinar su problemática, acordaron avanzar hacia la organización de todas las comunidades vinculadas a estos acueductos, procurando copar las diferentes instancias en que pueda darse tal organización hasta estructurar federaciones departamentales que converjan en una Confederación Nacional, como viene ocurriendo en otras partes del continente, donde igual problemática los viene embargando. Desde ya les auguramos éxitos.
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He conocido de las dolencias que viene sufriendo el académico Julio César Carrión. Quienes admiramos la profundidad de su pensamiento, su sentido crítico y su valor civil sentimos como propios sus quebrantos y hacemos votos por su pronta recuperación. ¡Ánimo, profesor!

domingo, 19 de febrero de 2012

PARA NO ESPERAR TANTO

Por Rodrigo López Oviedo

Hoy hace diez años, mediante una orden de suyo violatoria de los acuerdos que establecían un plazo de 48 horas entre el momento de expedirla y el ingreso de las tropas a la zona, el presidente Andrés Pastrana le puso fin a un proceso de paz que tuvo por escenario a San Vicente del Caguán, municipio del Caquetá, y por protagonistas a ese Gobierno y a las guerrillas de las FARC.

Se trató, por supuesto, de un proceso que nació haciendo agua por razón de haberse echado a andar en medio de la algarabía de los fusiles de unos y otros (pues nunca se declaró un cese bilateral del fuego) y de las insidias más horrorosas de los enemigos de la paz. El país todavía recuerda con indignación uno de los episodios que más negativamente incidió en el rompimiento: el del “collar bomba” que cobró la vida de la señora Elvia Cortés, el cual se le atribuyó a la organización insurgente sin que esta hubiera tenido nada que ver en el fatídico incidente.

Lo más curioso de este rompimiento fue que ocurrió en medio de una orquestación tan monumental por parte de todos los medios de la derecha que la generalidad de nuestros conciudadanos terminó creyendo en la inutilidad del proceso y la agenda que se venía discutiendo, en la conveniencia del rompimiento y en el inminente aniquilamiento de la organización guerrillera, que no solo quedaría desprovista de la protección que le brindaba la Zona de Distensión, sino que no tendría cómo hacer frente a unas Fuerzas Armadas que habían aprovechado los treinta y siete meses que duraron los diálogos para robustecerse en hombres y pertrechos gracias a los recursos del Estado y del Plan Colombia.

Transcurridos estos diez años, el país sigue requiriendo que se solucionen los múltiples problemas planteados en la agenda y que se restablezca un nuevo frente de diálogos para aclimatar la paz, ya que el camino de los fusiles como método para la desaparición del enemigo ha demostrado su inoperancia. Precisamente la Corporación Nuevo Arco Iris señala que, durante los últimos tres años, en los enfrentamientos con la insurgencia, seis mil 400 miembros de las fuerzas del Estado quedaron fuera de combate, de las cuales dos mil 235 lo fueron durante el 2011.

Tan alarmantes cifras nos hablan de que el Estado viene ganando apresuradamente la guerra en los titulares de prensa, pero para hacerlo en nuestras montañas requerirá de otro tiempo igual al de los años transcurridos desde la muerte de Gaitán. De la intensidad con que trabajen los amigos del diálogo dependerá que no se tenga que esperar tanto.

lunes, 13 de febrero de 2012

ACERCA DE LA FELICIDAD

Por Rodrigo López Oviedo

Con alguna frecuencia se oye hablar de ciertos estudios de opinión que nos ubican en el primer lugar entre las naciones más felices del orbe. De ser ciertos tales estudios, tan satisfactoria conclusión debería henchirnos de orgullo, a no ser que encontremos esa felicidad semejante a la de la vecina del viejo brahmán de que nos habla Voltaire en uno de sus cuentos.

Ese viejo brahmán, además de ser muy sabio, rico e ingenioso y de contar con el aprecio de sus allegados, que frecuentemente acudían a él en busca de consejo, no había logrado que tan positivas cualidades le proporcionaran la felicidad: ¨Cuantos más conocimientos tenía en su cabeza y más sensibilidad en su corazón, más desgraciado era”.

Muy cerca de él vivía una pobre viejecita que, a diferencia del anciano, “nunca había reflexionado ni un momento acerca de las cuestiones que torturaban al brahmán; creía con toda su alma en las metamorfosis de Visnú, y con tal de poder tener de vez en cuando agua del Ganges para lavarse, se consideraba la más feliz de las mujeres”.

Tan contradictoria situación dio para que el narrador de la historia le preguntara al anciano:

“-¿No os avergüenza ser desgraciado cuando a vuestra puerta hay una vieja autómata que no piensa en nada y vive contenta?

-Tenéis razón –respondió-; cien veces me tengo dicho que yo sería feliz si fuese tan necio como mi vecina, y sin embargo no quisiera semejante felicidad”.

Tampoco a Voltaire le gustaba semejante felicidad: “Esta respuesta del brahmán me produjo mayor impresión que todo lo demás; me examiné a mí mismo y vi que en efecto no quisiera ser feliz a condición de ser imbécil”.

Esa imbecilidad es muy seguramente la que las empresas manipuladoras de opinión quisieran encontrar en los corazones del pueblo, en lugar de las apasionadas voces que está expresando a través de las muchas movilizaciones sociales que vemos hoy en día y que habrán de encontrar un punto de especial altura en el gran paro cívico nacional que está gestándose ante los oídos sordos que los responsables de la sobrevivencia del establecimiento vienen prestándoles a los muchos reclamos que acompañan cada movilización.

En la conquista de la felicidad está la esencia del accionar humano. Procurar mantenerla exclusivamente para las élites, a despecho del disfrute a que también tiene derecho el colectivo social, es lo que caracteriza las políticas de la derecha y marca diferencia con lo que defendemos desde la izquierda. Al contrario de la derecha, en la izquierda queremos construir una felicidad real y para todos; no una felicidad mentirosa a través de supuestos sondeos de opinión.

domingo, 5 de febrero de 2012

PAZ Y TERRORISMO

Por Rodrigo López Oviedo

Volviendo los ojos a la experiencia de El Caguán, los colombianos recordamos una serie de incidentes que condujeron al rompimiento de lo que, por ese entonces, constituyó la más grande expectativa de paz que haya habido en el país después de la que encarnó la Unión Patriótica.

Dos de tales incidentes los recuerda la senadora Gloria Inés Ramírez en reciente artículo de su página web: el del criminal ´collar bomba´ colocado en el cuello de la señora Elvia Cortés y atribuido por el Ministro de Defensa y el Director de la Policía de entonces al Frente 11 de las FARC, y el desvío al Caguán del avión en que era transportado el guerrillero fariano Arnobio Ramos.

En el primer caso hubo de reconocerse después por el propio presidente Pastrana la ninguna participación guerrillera, y en el segundo fueron las propias FARC las que lograron establecer que Ramos había sido cooptado por el Ejército y que toda la maniobra de desvío del vuelo solo tenía el propósito de reinsertar a este personaje en las filas guerrilleras para que realizara acciones de saboteo al proceso de diálogos.

Ahora, cuando los condenables actos de violencia terrorista en el sur del país son contestados por Santos y su ministro de Defensa con una pronta y contundente sindicación de los mismos a las FARC, sin que se sepa de investigaciones que arrojen claridad sobre tales hechos, no podemos menos que abrir nuestras entendederas a lo que nos ha mostrado la historia.

Sin negar la posibilidad de que haya sido esta organización guerrillera la autora de tan lamentables hechos, en los cuales perdieron la vida 18 colombianos, entre civiles y miembros de la Fuerza Pública, no podemos pasar por alto otras eventuales autorías, caso en el cual nos sentiríamos forzados a preguntar el por qué de tan apresuradas condenas.

¿Será que con ellas se busca evitar que se dé paso a las investigaciones que el país espera y procurar que caiga el manto de la impunidad para sus reales culpables? ¿Será que se quiere sembrar con adicionales obstáculos el proceso ya casi fracasado de entrega de los seis miembros de la Fuerza Pública que andaba en camino? ¿Se pretenderá obstaculizar cualquier pronunciamiento, nacional o internacional, a favor de tantas propuestas como las que se han conocido a favor de un proceso de diálogos.

Solo los autores intelectuales y materiales de las apresuradas condenas pueden dar la respuesta a estos interrogantes. Mientras tanto, el país debe ir aprendiendo de la historia y ver en ella el cúmulo de coincidencias que se han dado entre propuestas y experiencias de paz y acciones saboteadoras del terrorismo.

LA MANE EN IBAGUÉ

Por Rodrigo López Oviedo

Con la presencia de 1500 delegados que representaban 32 universidades públicas y 20 privadas, durante los pasados 28 y 29 de enero se realizó en la Universidad del Tolima el Encuentro Organizativo de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil.

Tan nutrida representación habla por sí sola de los nuevos vientos que están soplando sobre la geografía social del país, todos al margen del Establecimiento y también casi todos confrontándolo.

En el caso de la MANE, bien es sabido que ella ha sido el producto de serios entendimientos entre importantes sectores universitarios que, otrora irracionalmente enfrentados, se propusieron buscar puntos de acuerdo que les permitieran sortear el acelerado deterioro de la universidad, agravado ahora por la pretensión de los mercachifles de la educación, respaldados por Santos, de convertir los claustros universitarios en nuevos nichos de mercado.

Que no es un proceso fácil lo indican los tonos en que se realizó buena parte del evento. La vehemencia en el discurso alcanzó algunas veces decibeles de consideración. De no haber sido por el tino de quienes estaban respondiendo por la moderación y la conciencia de todos los asistentes de lo indispensable que era sacar adelante el evento, este hubiera podido resultar fallido.

Afortunadamente concluyó en los mejores términos y, lo más digno de destacar, robusteciendo un proceso unitario que pone a los estudiantes universitarios a tono con ese gran auge de la unidad que se está dando entre disímiles sectores y que ha producido movilizaciones tan dignas de destacar como la Minga Indígena, La Marcha Patriótica, el Congreso de los Pueblos, el Congreso Campesino, Indígena y de Negritudes, el Encuentro de Tierras, Territorios y Soberanía, las luchas contra la megaminería, las movilizaciones en defensa del derecho a la salud y la educación y tantas otras acciones populares que pronto habrán de desembocar en un gran paro cívico nacional si el Gobierno no le presta oídos al reclamo de todos estos eventos.

Como su nombre lo indicó, los propósitos del encuentro fueron meramente organizativos. De allí que siga en pié la Declaración Política del 12 de noviembre del año pasado, la cual recoge el sentir de los colombianos en el sentido de que la problemática de la Universidad, y las reivindicaciones educativas en general, no solo comprometen a los estamentos universitarios, sino que han pasado a formar parte de las luchas generales de nuestro pueblo.

No dejar solos a los estudiantes de hoy es la mejor garantía para que las nuevas generaciones puedan contar con unas instituciones educativas abiertas al saber universal y a los valores y principios que con tanto ahínco han defendido las mentes más lúcidas de la humanidad.