sábado, 28 de abril de 2012

TODO LO DEL POBRE ES ROBADO

Por Rodrigo López Oviedo

Como si no fueran muchas las  veces que estuvo por fuera de la legalidad, como la vez aquella que, prevalido de su condición de ministro de Defensa, ordenó un bombardeo sobre un país amigo, ahora el presidente Santos le exige explicaciones a Piedad Córdoba sobre la Marcha Patriótica y “los grupos armados ilegales” que supuestamente estuvieron ocultos tras el éxito que constituyó el triple desfile de lanzamiento de este importante movimiento social y político. Tal es el pensamiento de los poderosos: todo lo del pobre es robado.
Quien debería darle explicaciones al país es el propio Santos. Con su actitud lo único que demuestra es el susto que les ha producido a las clases que hoy dominan la escena política y económica del país esta confluencia de organizaciones políticas y sociales que, sustentadas en sus propios recursos, han logrado ponerse de acuerdo sobre una plataforma política en la que se ven reflejados todos los problemas nacionales y sus justas soluciones.

En lugar de estar pregonando fementidas financiaciones de las guerrillas, las cuales supuestamente están acorraladas y comiendo raíces, él, como primer responsable de la defensa de la constitución, de la democracia y de la vida, honra y bienes de los colombianos, debería responder por el sinnúmero de obstáculos que le sembró a la Marcha para dificultar su realización, los cuales comenzaron con las imputaciones sobre la supuesta infiltración, siguieron con los cientos de retenes que dificultaban el paso de los marchantes hacia Bogotá y terminaron con la desaparición de animadores del proceso, como ocurrió con Henry Díaz cuando organizaba las comitivas que participarían en el lanzamiento. De este importante líder del Putumayo aún no se sabe su paradero.
Si el presidente Santos fuera en verdad un demócrata, como quiere que se lo vea en el exterior; si estuviera comprometido con esa “tercera vía” hacia el desarrollo, de la cual quiso ser principal vocero entre nosotros, debería romper con las ataduras del imperio y su clase social y acercarse a la plataforma política de Marcha Patriótica, donde encontraría las reales fórmulas de solución a la grave problemática del país y de sus inmensas mayorías y la mejor forma de proyectarse hacia las páginas de la historia.         

Como lo anterior es mucho pedir, lo mejor es que quienes creemos en el carácter ciudadano de Marcha Patriótica apuremos el paso. Sólo nosotros podemos ser los gestores de la definitiva independencia nacional y de la construcción de esa Colombia con felicidad para todos. Ah, y mientras tanto, exijámosle a Santos todas las garantías democráticas para que nosotros sí podamos realizar lo que su clase le impide que haga.

lunes, 23 de abril de 2012

LA MARCHA PATRIÓTICA SE SOBRÓ

Por Rodrigo López Oviedo

Principio del foNo sé cuántas personas le quepan a la Plaza de Bolívar de Bogotá y tampoco cuántas veces habrá sido colmada; lo que sí creo es que han debido ser muy pocas, y ninguna comparable con la masividad y el entusiasmo del pasado 23 de abril. Los organizadores de la Marcha Patriótica por la Segunda Independencia tenían previsto llevar a ella unas 80 mil personas, y para ello prepararon tres desfiles que partirían desde tres distintos lugares de la ciudad, pero con uno fue suficiente. Cuando los otros dos desfiles quisieron entrar, se encontraron con una Plaza completamente atiborrada por los primeros marchantes. ¡De tal tamaño fue el éxito alcanzado en el lanzamiento de este movimiento social y político!

Siendo la Marcha Patriótica la más amplia confluencia que hayamos tenido de organizaciones que ven con vergüenza la postración de nuestro país a los dictados del imperio y los extremos desequilibrios que se han formado como consecuencia de unas políticas que solo consultan los intereses oligárquicos, todo el entusiasmo mencionado es una evidencia clara de las inmensas fuerzas que pugnan por encontrarle soluciones de fondo a tan grave problemática, aún a costa de tener que sufrir la experiencia de tantos luchadores que han tenido que sacrificar su libertad, y hasta su vida, por alcanzar transformaciones que hagan más amable la vida para todos los colombianos.

Por eso no dudamos en calificar de exitosa su realización como satisfactoria la conformación de su organismo de dirección, el Consejo Patriótico Nacional. El Gobierno nacional debe ver en esto una notificación de rechazo por sus políticas de favorecimiento a las transnacionales, que vienen siendo las más beneficiadas con ´las locomotoras´ del plan de desarrollo; a los empresarios de la guerra, que igual se lucran con los multimillonarios presupuestos de defensa, y a los sectores financieros, usufructuarios como los que más del estado de cosas imperante.

Pero también deben sentirse aludidos aquellos sectores de izquierda que parecen ver reducido todo su compromiso político a lo que pase en las urnas. Los cerca de 120 mil colombianos que quisieron estar en la Plaza de Bolívar y los cerca de cuatro mil delegados que en representación de más de 2000 organizaciones de masas suscribieron la declaración final les dicen a estos dirigentes que vacilan entre ser y no ser que hay procesos que se dan incluso contra el querer de sus líderes; y que lo mejor es animar tales procesos con entusiasmo antes de que se vuelvan contra ellos. Esa participación entusiasta es la mejor manera de acercarnos al gran sueño del Libertador Simón Bolívar: ¡Alcanzar el mayor grado de felicidad para nuestro pueblo!

lunes, 16 de abril de 2012

TODO POR LA UNIDAD

Por Rodrigo López Oviedo

Una de las grandes lecciones que la izquierda en Colombia le debe aprender a la derecha es que la unidad sí es posible. La derecha ha logrado unirse cada vez que las coyunturas históricas se lo han demandado. ¿Qué otra cosa fue sino un pacto unitario de la derecha la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla? ¿Qué otra cosa fue sino un pacto de la derecha el Frente Nacional? ¿Qué otra cosa sino un pacto de la derecha el sostenimiento por ocho años del presidente del poncho y el perrero? ¿Y qué otra cosa el actual fenómeno de la llamada “Unidad Nacional”, en torno al cual se ha coaligado el 95 por ciento de la representación congresual?

Por desgracia, los procesos unitarios de nuestra izquierda no afloran con igual generosidad; y cuando las coyunturas parecieran crearle condiciones para su configuración, aparecen los purismos, los vanguardismos, los macartismos y demás muestras de sectarismo, cuando no es el más repudiable oportunismo el que se atraviesa, cual vaca muerta en medio del camino, dificultando cualquier avance.

El Polo Democrático Alternativo es hoy por hoy la única fuerza debidamente estructurada como partido que le hace frente al régimen con claras posiciones de izquierda. Sin embargo, siendo un organismo en construcción, no ha logrado superar aún muchos de los anteriores vicios, lo cual le ha impedido reconocerse plenamente como parte, y solo parte, de ese gran océano que conforma la pluralidad de la izquierda colombiana y aceptar que en torno a él se mueven muchos otros sectores, frentes y movimientos que, como la Marcha Patriótica, el Congreso de los Pueblos, la Minga Social Indígena y la Mane, pugnan por encontrar senderos de redención para nuestra adolorida patria.

Buscar que se supere de manera más o menos inmediata la incomprensión de este fenómeno debería ser el propósito de la dirección nacional del Partido. ¿Pero qué hacer cuando es en el seno mismo de esa dirección donde más crasamente se manifiesta esa incomprensión? ¿Qué hacer cuando las tareas que se creían programadas para superarla, como los Seminarios Ideológicos Nacional y Departamental resultan aplazadas con explicaciones que a nadie convencen, quedando todos a la espera de que en el segundo semestre puedan realizarse?

Ahí es donde debe aparecer la voz del pueblo, expresada a través de la militancia de base, recordándoles a sus dirigentes que las necesidades de la unidad fueron las que le abrieron camino a la fundación del Polo y que nuestro Ideario de Unidad es la carta de navegación que nos señala el camino hacia el entendimiento con otras fuerzas. Utilizarlo sin sectarismos es el camino que nos impone el momento presente. 

AUTONOMÍA PARA CONSEGUIR LA PAZ


Por Rodrigo López Oviedo

El país asistió con gran alegría al retorno de los últimos integrantes de la fuerza pública que se hallaban en poder de las FARC. No valieron las advertencias del Gobierno para que el hecho no se convirtiera en un show mediático. Así terminó siéndolo porque a los medios les convenía que así fuera. Ellos derivan enormes ganancias de cuanto evento pueda ser explotado publicitariamente, además de que sirva para el trabajo de alienación que se les ha encomendado en beneficio del orden imperante.

Para el caso de este comentario, lo que preocupaba al presidente Santos no era tanto esa explotación mediática; al fin de cuentas él ha sido un hombre de los medios y sabe lo que a estos les reporta el vivir prosternados al gran capital. Lo que sí le interesaba era que se les pusiera sordina a los verdaderos héroes de estas liberaciones, es decir, a Colombianas y Colombianos por la Paz, con Piedad Córdoba a la cabeza, y evitar que el clamor por la paz que a diario hace esta Organización ocupara los merecidos primeros lugares.

Que estas liberaciones constituyen un gesto de singular importancia de parte de las FARC es cosa que  muy pocos ponen en duda. Pero también es de no dudar que al presidente Santos no le interesa verlas en esa dimensión, pues prefiere que antes que la paz prevalezcan los intereses con olor a botas, pólvora y pertrechos militares, que son los de quienes se han lucrado con nuestra cincuentenaria guerra.

Ahora anda clamando por autonomía para trasegar, él solo, los caminos de la paz, como si alguna vez su clase oligárquica hubiera tenido autonomía alguna para manejar desde el poder los asuntos de la guerra. ¿Acaso no fue por una directriz del gobierno estadounidense, conocida como el Plan LASO (Latin American Security Operation), que comenzó a desarrollarse la más sanguinaria persecución contra el movimiento campesino, la cual llevó a este a organizarse en autodefensas? ¿Acaso no arrancó de esa falta de autonomía la historia de las FARC? Si tanto le interesa la autonomía, ¿por qué no se deshace de las imposiciones del imperio? ¿Por qué no pone de patitas tras fronteras a sus asesores militares? ¿Por qué no ordena el retiro de las bases militares norteamericanas?

En lugar de andar engañando incautos y rechazando a las fuerzas vivas de la nación que le señalan el camino de la paz, el presidente Santos debería acudir a ellas en procura del respaldo que lo haga grande y soberano ante el imperio, pues es lo mínimo que necesitaría para poder asumir, ahí sí con autonomía, la búsqueda de la paz.

martes, 3 de abril de 2012

INACEPTABLES SEÑALAMIENTOS

Por Rodrigo López Oviedo

Resulta una infamia contra el movimiento popular que, al tiempo que se asesina a sus líderes, como ha ocurrido, por ejemplo, con cerca de 60 dirigentes vinculados a los procesos de restitución de tierras, se le vulnere su derecho a organizarse, como quieren hacerlo los organismos de seguridad del Estado con la Marcha Patriótica por la Segunda y Definitiva Independencia.

La Marcha Patriótica es, en realidad, la segunda versión, corregida y mejorada, de la que se realizó en Bogotá el 20 de julio de 2010 y a la que concurrieron más de 30 mil personas de más de 660 organizaciones de masas. Sin embargo, según el diario El Tiempo, para los organismos de seguridad, ella no es más que el cumplimiento de una iniciativa del comandante fariano Iván Márquez, transmitida al también comandante guerrillero Alfonso Cano, según un supuesto correo encontrado en los computadores del Mono Jojoy.

Lo que debemos entender los colombianos de estas falsas alarmas es que la Marcha ha venido tomando cuerpo y que para debilitarla, pues no podrán evitar que se realice, los enemigos de la organización popular no han encontrado forma más engañosa que el tradicional procedimiento de espantar con el coco de la guerrilla a los espíritus más débiles del movimiento con miras a sustraerlos de la movilización, que concluirá en Bogotá el 23 de abril con la instalación del Consejo Patriótico Nacional.

Por fortuna, los basamentos de la Marcha son suficientemente sólidos para sortear con éxito esta arremetida. Pero sobre todo, tienen una justificación que los hará prevalecer, pues reivindican una conquista en la que deberíamos estar todos de acuerdo, incluidos los mismos organismos que se han encargado de emponzoñar la iniciativa con veneno de tan repetida usanza.

Esa conquista no es otra que la de construir un nuevo poder que sea capaz de garantizarnos nuestra segunda y definitiva independencia y las transformaciones económicas, políticas y sociales que hagan de nuestro país, al fin, un territorio de paz y de progreso, donde todos podamos encontrar las condiciones necesarias para vivir en felicidad.   

Actuando con esta convicción, las organizaciones que trabajan en esta segunda edición de la Marcha no se dejarán amedrentar ni confundir, y seguirán priorizando su accionar hacia la realización de esta movilización, que será la más grande que recuerde nuestra historia reciente. Ah, y con estas organizaciones estarán los sectores consecuentes del Polo Democrático Alternativo, dejándoles a los dirigentes que se cocinan en el salario del miedo a las masas la comodidad de los directorios a que quisieran ver reducida una organización política que nació para hacer historia con el pueblo, y no para resignarse en apuestas meramente electoreras.

SI, PERO NO

Por Rodrigo López Oviedo

Preocupado por sus propias angustias, que son las de hacer prevalecer el interés de la clase oligárquica sobre los de la nación, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos se ha olvidado de las de las familias y amigos de los diez policías y soldados que se encuentran en manos de las FARC -a los cuales las propias guerrillas han ofrecido poner en libertad-, y ha tachonado de obstáculos el camino a tan anhelada liberación.

El primero de tales obstáculos fue el de haber  fingido desconocer la existencia paralela de una guerra formal entre el Estado y la insurgencia y una guerra sucia orientada por los sectores más retrógrados a eternizar el conflicto en bien de quienes se lucran con él. Tal fingimiento fue el que condujo al ministro de Defensa a decir que si la guerrilla quería liberar a los retenidos era suficiente con que los embarcaran rio abajo en cualquier canoa que ellos bien sabrían encontrar su libertad.

Después vendría el desconocimiento, también fingido, de la importancia y conveniencia de la intermediación del gobierno brasileño, pese a que los apoyos de este a varias liberaciones anteriores arrojaron excelentes resultados sin que hubiera habido motivos de queja para ninguno de los intervinientes. El haber tenido que reconocer estos antecedentes y, en consecuencia, concederle el aval al vecino Gobierno,  no fue óbice para que aparecieran otros inconvenientes.

El más sentido en este momento es el de negarles a las integrantes de la misión internacional “Mujeres del Mundo por la Paz” la autorización, que ya les había sida otorgada antes, para visitar las cárceles del país en procura de constatar el estado en que se encuentran los presos políticos, con el extraño argumento de que en nuestro país no existen presos políticos, a pesar de que ya el INPEC reconoció la existencia de 15 mil y de que cierto ex presidente reclama el mismo reconocimiento para sus cientos de copartidarios presos, además del de perseguidos políticos para quienes pusieron pies en polvorosa al sentir tras de sí los pasos de la justicia.

Aunque nunca nos hicimos ilusiones, algunos si sentimos un ligero alivio al escuchar que Santos daba un cambio al lenguaje de su antecesor y reconocía la existencia de un conflicto armado en el país. Hoy, con tantos obstáculos, no nos queda más remedio que seguirnos ratificando en nuestro escepticismo, pues no vemos claro que se reconozca el conflicto pero no sus consecuencias, una de las cuales es, precisamente, la pérdida de la libertad de algunos, incluso muchos, de los confrontados.

Esperemos a que en la solución de estas incertidumbres prime la libertad y no la guerra.

EL CONSEJO PATRIÓTICO NACIONAL

Por Rodrigo López Oviedo

En pasado comentario nos referíamos a la Marcha Patriótica por la Segunda Independencia y decíamos que ella es “una gran coalición de organizaciones sociales y políticas que han resuelto encarar con sentido unitario la segunda versión de la frustrada gesta independentista del siglo XIX, además de realizar importantes transformaciones que contribuyan a hacer de nuestro país el mejor vividero para todos sus hijos”.

Los dos propósitos mencionados son de naturaleza esencialmente política y sus protagonistas son aquellos que, por haber sufrido por años la marginación, se han visto obligados a asumir las más variadas formas de organización en procura de hacerles frente bajo mejores condiciones, a los responsables de tan ingrata suerte.

Por eso no puede quedarnos ninguna duda de que la Marcha Patriótica por la Segunda y Definitiva Independencia es un movimiento social y político que, así como  tendrá que luchar por las reivindicaciones concretas de cada uno de los sectores que la conforman, orientará su brújula hacia la constitución de un nuevo poder que sea capaz de garantizar la independencia de la nación y acometer las transformaciones necesarias para borrar la desigualdad social que nos tiene tan mal posicionados en el mundo.

Las  organizaciones conformantes de la Marcha Patriótica en el Tolima están impulsando para este sábado 24 de marzo la realización de un Seminario Taller sobre tres temas fundamentales: Características de la Marcha, su plataforma política y su estructura organizativa.

Se aspira a que entre los conferencistas podamos contar con el profesor Sergio de Subiría, destacado académico que ha dedicado sus más importantes esfuerzos intelectuales a la búsqueda de caminos que conduzcan a un mundo mejor para los colombianos. Pero también se busca que los salones de Sintrafec, donde se realizará el evento, se vean atiborrados de representantes de las organizaciones sociales y políticas y de ciudadanos en general, pues la portentosa tarea que hay por delante no admite discriminación que vaya más allá del deseo de aportar a ella.

Y siendo este evento una preparación local de lo que será esa gran fiesta nacional en que se convertirá el lanzamiento oficial de la Marcha Patriótica y la creación de su organismo rector, el Consejo Patriótico Nacional, lo cual ocurrirá en Bogotá del 21 al 23 de abril próximos, se aspira a que una de sus conclusiones más importantes sea el compromiso de las organizaciones a prepara un masivo desplazamiento de sus afiliados hacia esa ciudad. Del tamaño de ese desplazamiento, de la convicción de los participantes y del compromiso con el que regresen a irrigar la experiencia obtenida, dependerá el afianzamiento de los propósitos de la Marcha en el corazón del pueblo.