lunes, 2 de marzo de 2009

EL II CONGRESO DEL POLO


Por Rodrigo López Oviedo

Con un rotundo éxito, y con los que son, terminó el II Congreso del Polo Democrático Alternativo. También con orientaciones claras acerca de los comportamientos que debe tener al Partido en medio de esta nube espesa en que, a pesar de su estado apenas incipiente, ya está convirtiéndose el debate por el relevo o la continuidad presidencial: El Congreso decidió participar con candidato propio, el cual será escogido en una consulta abierta en fecha próxima a definirse.

Resultaron lamentables las ausencias de Lucho Garzón y de María Emma Mejía, al igual que el retiro de Gustavo Petro cuando las deliberaciones tocaban a fin. Estas actitudes desentonaron con el pasado de lucha de estos dirigentes y, aunque no los dejan por fuera del Partido, sí ponen en evidencia su incomprensión del fenómeno político que está protagonizando el Polo, así como la pérdida de coincidencias entre los propósitos del Partido y sus intereses personales.

Habiendo sido conservar la unidad el mayor propósito del Congreso, sus resultados no pueden calificarse de derrota para nadie. Pero eso sí, hubo un gran vencedor: Carlos Gaviria Díaz. Todas las actuaciones de este dirigente, previas al Congreso, estuvieron orientadas a evitar convertirse en factor de división, y por ello su reiterada invocación para que su nombre no girara más en torno a presidencias partidarias o a candidaturas presidenciales. Esto lo entendieron bien las bases; pero también entendieron que el Partido no podía darse el lujo de semejante desperdicio y que la mejor manera de garantizarse su mayor unidad era precisamente reconociéndole al Maestro sus grandes dotes de conductor; de allí que lo haya ratificado como Presidente de la Colectividad, sin que ello lo inhabilite al momento de escoger, mediante consulta abierta, el candidato presidencial para el 2010.

Y aceptando esta decisión, Gaviria dio muestras adicionales de respeto a esa democracia que muchas veces le impone a quien se reclama demócrata el sometimiento de sus personales inclinaciones a los designios de las mayorías, así esos designios le roben su derecho a recluirse tranquilamente en los cuarteles de invierno.

Otra fue la actitud de Petro, quien prefirió retirarse, casi en solitario, a tener que aceptar que sus muchos aciertos como senador no le fueran suficientes para granjearse la voluntad de las bases y, con ella, una candidatura que hasta el momento solo ha gravitado en su propia cabeza. Ojalá que las amarguras que suelen acompañar este tipo de frustraciones no lo lleven a marginarse de este proyecto político, al que tantos esfuerzos le ha consagrado y del que solo es posible esperar resultados tangibles para el pueblo en la medida en que esté inspirado en un programa que, como el que se ha venido construyendo, conduzca al establecimiento de un nuevo poder, que ponga en manos de todos los miembros de la sociedad los satisfactores de sus múltiples necesidades materiales y espirituales, siempre en un marco de paz, democracia, justicia y armonía.

Semejante proyecto solo será posible sacarlo adelante con el concurso desinteresado de todos los colombianos que quieran comprometerse a construirlo de la mano de dirigentes desinteresados como muchos lo han sido, y como aspiramos a que vuelvan a serlo las mariaemmas, los luchos y los petros. Mientras tanto, otros siguen en la brega, y de qué manera, como el Maestro Carlos Gaviria Díaz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Luis Ernesto López Ruano dice:

Compañero Rodrigo, me parece muy oportuna su columna, se va a requerir de todo el esfuerzo que los periodistas y escritores alternativos, puedan hacer, para contrarrestar la imagen que los medios del régimen quieren fijar en la conciencia colectiva: Que Gaviria cambió los estatutos a su favor (ser presidente del Polo sin impedimento para ser candidato), que se parece a Uribe etc. etc. Necesitamos de una agresiva y persistente labor pedagógica para con la opinión pública. El mismo Petro, luego de firmar unos acuerdos internos ahora ha salido a mostrarse como víctima de un engaño.