martes, 27 de noviembre de 2012

¿SOBERANÍA EN LAS ISLAS?

Por Rodrigo López Oviedo

El que gana es el que goza. Eso es lo que popularmente decimos, y en esas anda el pueblo nicaragüense. Si los triunfadores en la Corte Internacional de Justicia de La Haya hubiéramos sido nosotros, la fiesta habría sido en nuestros lares. Lo cierto es que en Nicaragua creen que la decisión fue justa, como acá se cree que no lo fue. Incluso un ex presidente, de ingrata recordación, asegura que lo dictado no fue un fallo sino un despojo.

¿Quién tiene la razón? Mis luces no me alcanzan para tal discernimiento. Tan solo quiero llamar la atención sobre la machacona invocación a la soberanía que ahora corean nuestras oligarquías y su gobierno, los mismos que desde siempre la han dejado embolatada en manos del Imperio; son los mismos que la desconocieron al pueblo argentino cuando este la defendía a sangre y fuego en las Malvinas y los mismos que se la desconocen al pueblo cubano, al venezolano, al ecuatoriano, al boliviano, y a cualquiera otro que quiera tomar distancia de las imposiciones imperiales.

En las vecindades sanandresanas, tal soberanía solo ha sido ejercida a través de la humilde presencia de nuestros pescadores, los cuales siempre han visto en su personal pobreza, que cada vez se hunde más en espiral en busca de la miseria, la prueba fehaciente de un Gobierno al que, además de ausente, siempre se le ve trabajando en función de unos intereses que no son los suyos. De resto, quienes realmente han ejercido señorío en esas aguas que nos fueron borradas de nuestros mapas, y reconocidas a Nicaragua, son las mafias de la droga y los traficantes de armas.

De allí que se les sienta un tufillo de patrioterismo tardío y altanero a los altos mandos militares y funcionarios del gobierno colombiano que hoy hablan de desconocer el fallo como primer paso para entrar a defender por otros medios esa tan mal entendida soberanía.

Antes que tambores de guerra,  con el ingratamente recordado ex presidente en el bastón de mando, lo que necesitan los isleños, pero especialmente los cientos de pescadores directamente afectados con la pérdida de los 75 mil kilómetros cuadrados, son políticas oficiales como las que en su tiempo favorecieron al sector financiero, o las que hoy benefician a las castas agroindustriales, minero energéticas y terratenientes, pero sin las trampas de Agro Ingreso Seguro. Entre las primeras políticas, las de empleo deben descollar. No de otra forma  podrá evitarse que los problemas de la Isla se sigan empeorando, con el agravante de que pueda incrementarse la posibilidad de que le lleguen brotes de inseguridad que hagan inocuo su atractivo turístico.

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