martes, 27 de noviembre de 2012

LA CRISIS EUROPEA

Por Rodrigo López Oviedo

Cuando los trabajadores de varios países, todos a una, se dan a la tarea de preparar una huelga general y la llevan a cabo con descomunal éxito, es porque en tales países se ha llegado a una crisis de mayúsculas proporciones, acompañada de la pretensión de los respectivos gobiernos oligárquicos de descargarla sobre su masa laboral.

La crisis europea es tal que, el pasado 14 de noviembre, cientos de miles de trabajadores se vieron obligados a parar en España, Italia y Portugal, y a realizar otras acciones de protesta en Francia, Alemania, Polonia, Rumania, Bélgica, Inglaterra y Austria. Por su parte, los trabajadores checos y eslovenos pararon el 17 de noviembre, y más huelgas se siguen preparando en otros países de la eurozona. Así de grande es la necesidad de impedir que se sigan deteriorando las condiciones de vida de estos pueblos por las decisiones de unos gobiernos que cada vez disimulan menos el ser los defensores a ultranza del gran capital.

La literatura marxista es prolija en el análisis de esas crisis, que periódicamente sacuden al capitalismo, y sabia al advertir que tarde o temprano desembocarán en el derrumbe de ese sistema. En los últimos tiempos, se han hecho más frecuentes y duraderas, y sobre todo, acompañadas de mayores dosis de agresividad contra los trabajadores y la población en general. Esos agravamientos son, en parte, la consecuencia de políticas neoliberales que, al debilitar el poder de compra de los consumidores, terminan agigantando los niveles de inventario en las bodegas de las grandes compañías, provocando el desempleo y generando recesión económica.

A veces se cree que las políticas neoliberales, que en últimas se materializan en recortes a los derechos económicos, sociales, políticos y medioambientales, son una simple manifestación del deseo de mayores índices de ganancia de las oligarquías. Aunque ello es cierto, también  tienen el propósito de responder a las crisis descargando su peso sobre los hombros de los trabajadores. De allí que, además, vengan acompañadas de respuestas cada  vez más combativas de parte de quienes no tienen lugar en el selecto clan de los más ricos, como lo evidencian todas estas acciones de la masa obrera del continente europeo, orientadas a evitar que esas crisis desencadenen mayor desempleo, desinversión social, pérdida de valiosas conquistas laborales y el acabose del Estado de bienestar que reinaba cuando los avances sociales alcanzados en el llamado campo  socialista amenazaban con convertirse en un poderoso acicate para que los obreros de otros lares se inspiraran en ellos y buscaran instaurar su propio poder.

Propio poder que no es una quimera, como lo demuestran estos nuevos niveles de unidad y de protesta.

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