domingo, 6 de marzo de 2011

TODOS CON LIBIA

Por Rodrigo López Oviedo

En contraste con el silencio actual del gobierno colombiano, que terminará por convertirse en postración a los designios norteamericanos, los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América Latina –ALBA-, en una declaración que no es de extrañar en ellos, pero que tampoco tiene muchos antecedentes, resolvieron rechazar los intentos de Estados Unidos y la OTAN de pescar en el río revuelto de las convulsiones de Libia y, con pretextos humanitarios, tomarse por asalto la soberanía de ese país para ponerlo bajo el mando de un gobierno títere. Además de su rechazo, los países del Alba proponen conformar una comisión internacional de paz que ayude al pueblo libio a salir del trance actual.

La situación de Libia es muy compleja. Desde hace 42 años viene siendo gobernada por Muamar Al Gadafi, un líder beduino que, con 27 años de edad, logró movilizar a su pueblo hacia el derrocamiento de un monigote, el rey Idris, impuesto por Inglaterra y Francia, lo cual posibilitó la expulsión de las fuerzas coloniales, la recuperación de las ingentes riquezas del subsuelo patrio, el impulso de la nación hacia grados de desarrollo y nivel de vida antaño impensables y la inauguración del camino a lo que denominó socialismo islámico, un híbrido entre Islam, socialismo y democracia directa a través de los Consejos Populares. Ese mismo líder lamentablemente viró años después hacia políticas neoliberales y coqueteos con occidente, buscando ciertas satisfacciones narcisistas de reconocimiento internacional, con las cuales perdió parte de los afectos conquistados en sus primeros años de poder y dio motivos al imperio para azuzar el actual levantamiento.

Pero coincidiendo con estas revueltas sociales, las grandes cadenas internacionales de comunicación se han dado a la tarea de exagerar el drama, al punto de obligar a un gobierno, el ruso, a desmentir la ocurrencia de supuestos bombardeos a poblaciones civiles, pues tales hechos, de haberse presentado, habrían sido detectados desde sus satélites, lo cual nunca ocurrió. Estamos, entonces, ante un plan concebido para vencer anticipadamente cualquier resistencia que pudiera darse ante el desarrollo de políticas de invasión.

Definitivamente, al lado del mundo real existe un mundo mediático creado al impulso de las necesidades del imperio. Ello eleva la importancia del pronunciamiento de los países del Alba y hace imperiosa la necesidad de que cerremos filas en rechazo a este proyecto invasivo, cualquiera que sea el criterio que tengamos de Gadafi, pues es a los libios a quienes corresponde dirimir sus diferencias. Que no ocurra en Libia lo que ya hemos visto en Irak, Afganistán y otros países, donde las fauces del imperio se abren, primero, para justificar y, luego, para engullir.

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