martes, 20 de julio de 2010

EL GRITO QUE NOS FALTA

Por Rodrigo López Oviedo

El país está de fiesta. Hoy hace 200 años salió de su marasmo la ciudadanía santafereña, luego del acicate recibido, no del chapetón González Llorente y su florero, sino de unas condiciones sociales cada vez más agravadas por "el suave yugo de su majestad", de unas circunstancias políticas que sacudían a la metrópoli desde 1808 y del ejemplo de varias poblaciones que venían levantándose tras reivindicaciones que ya excedían las simples protestas contra el mal gobierno.

Para ese 20 de Julio, el ambiente se hallaba favorecido por una serie de acontecimientos, varios de ellos inspirados en la independencia de Estados Unidos, pero todos de una importancia especialmente grande. Así fueron los levantamientos indígenas de Tupac Amarú y Tupac Katiri, la Revolución de los Comuneros, la Expedición Botánica, la publicación de los Derechos del Hombre y, por sobre todo, las rebeliones de Haití y de Coro, ésta en Venezuela, en las que miles de negros y mulatos se levantaron contra los terratenientes y proclamaron la primera independencia nacional y la libertad de los esclavos.

Los anteriores acontecimientos sirvieron para animar otros levantamientos, como los de Caracas, Barinas, Cumaná, Puerto Cabello, Guayana, Cartagena, Pamplona, Villa del Socorro y Quito, entre otros, los cuales estuvieron menos lastrados que el grito de Santafé, pues a diferencia de este, fueron expresión de los aires realmente independentistas que soplaban por el continente y no mera manifestación de rechazo al mal gobierno. En el levantamiento de Quito, por ejemplo, el Conde Ruiz de Castilla, presidente de la Audiencia de esa ciudad, fue sustituido con sus ministros por una Junta Suprema de criollos que levantaban contra España la consigna: "Pueblos de América: favoreced nuestros designios, seamos uno".

Los acontecimientos del 20 de julio no fueron tampoco una reyerta espontánea, producto de malquerencias entre españoles y criollos, como se nos ha querido hacer creer. En su desarrollo hubo premeditación, aunque en esta no estaba incluida la participación popular, a la que, por el contrario, se quería tener marginada. Y fue precisa e irónicamente la irrupción popular la que le dio a esta fecha la dimensión histórica que hoy se le atribuye. Gracias a personajes salidos de esa entraña popular, como José María Carbonell, las energías desatadas el 20 de julio se pudieron encausar hacia objetivos realmente independentistas.

Desafortunadamente no fue suficiente. El celo de las aristocracias criollas contra tales manifestaciones populares, y entre ellas mismas, llevó a lo que se conoció como la Patria Boba, luego a la reconquista española, después a la gesta acaudillada por Bolívar y, finalmente, a la actual forma neocolonial de dependencia. Estamos debiéndole a la patria la segunda emancipación.

1 comentario:

Armando Polanco Cuartas dijo...

Neocolonialismo; dependencias; son expresiones que dan cuenta de un estilo. No es el estilo que construye, es el estilo que critica. Quisiera rescatar de este cometario de Rodrigo López la importancia que tuvo la Expedición Botánica para nuestra independencia. Solo cuando somos conscientes de lo que somos podemos independizarnos. Eso ocurrió hace 200 años. Aún desconocemos lo que somos. ¿Cómo contribuyes a este reconocimiento?