lunes, 26 de abril de 2010

EL VOTO ÚTIL

Por Rodrigo López Oviedo

Al igual que en todas las elecciones presidenciales anteriores, ya comienzan a percibirse los esfuerzos de las oligarquías para que los ciudadanos nos olvidemos de nuestros problemas e intereses reales y nos concentremos en lo que podría ser el resultado final de un proceso respecto del cual ya ellas han escogido a los supuestos finalistas.

La estrategia siempre ha sido la misma: armar un tinglado supuestamente democrático, en el cual nos recomiendan jugar sin el riesgo de desperdiciar el voto en respaldos que de antemano ellos consideran perdedores. Actuando de esa manera, nos aseguran, levantaremos la copa de los vencedores, no importa que lo que venga después sean otros cuatro años con las mismas pócimas anteriormente servidas, gracias a las cuales hemos terminado cada vez más pobres, mas sojuzgados, menos soberanos.

En los inicios de la presente campaña presidencial, cuando las cuentas daban para reconocer que podría venir una disputa más o menos equilibrada entre algunos de los candidatos, los grandes medios comenzaron a acentuar sus preferencias por Santos y Noemí, los más cercanos al corazón de los verdaderos dueños del país. No contaban con que la bandera azul se encontraba dividida en dos facciones a la postre irreconciliables, mientras que la de los verdes solo precisaba para robustecerse del respaldo de alguien que ya había estado bajo esa sombra, Sergio Fajardo, y quien para volver a ella tenía suficiente con que se le ofreciera ser compañía de fórmula de Antanas Mockus.

Mockus y Fajardo jamás han ofrecido temores al establecimiento, pues solo han izado banderas neoliberales. Y así como jamás han defendido propuestas que vayan orientadas a resolver los problemas de las grandes mayorías, tampoco han manifestado estar dispuestos a afectar, de ser necesario, los intereses de banqueros, grandes monopolios, latifundistas o transnacionales. Dicho de otra manera, los dueños del país no se sentirían mal bajo un gobierno de esta pareja, en la que ven simplemente una fórmula honesta y transparente.

Pero nuestro país necesita de mucho más. Necesita democracia real, equidad, derechos humanos, inversión transparente y social de los recursos públicos, soberanía, integración con nuestros vecinos latinoamericanos y caribeños y tantas otras banderas como son las que tienen comprometido al Polo Democrático Alternativo con los colombianos. Solo en torno a propósitos como estos resultan útiles los esfuerzos que podamos hacer, no importa que se manifiesten en el campo electoral, sindical, comunal o popular en general, pues lo demás es seguir por los mismos caminos trillados de siempre, que han sido los trazados por nuestras oligarquías. Como bien lo dice el maestro Carlos Gaviria Díaz: “No es posible alardear de ético pero desentendido de la justicia.”

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