lunes, 3 de mayo de 2010

LOS NUEVOS MESÍAS

Por Rodrigo López Oviedo
El proceso electoral en curso está dejando al desnudo el alma de los candidatos uribistas. Puede que alguno de ellos logre mover con engaños a una franja suficiente del electorado y quedarse con el preciado solio presidencial, pero tarde o temprano quedarán al descubierto sus cartas marcadas, las mismas que han usado otros candidatos de igual origen oligárquico en similares eventos anteriores.

A diferencia de las anteriores campañas presidenciales, la que está en curso se ha caracterizado por tener en su desarrollo la mayor participación de las cadenas de televisión y, especialmente, de los periodistas ligados a tales medios. Esto ha forzado a los candidatos, algunas veces, a sincerar su juicio respecto de los problemas más importantes de la nación. Lo curioso es que, para tales candidatos, esos problemas parecían no existir cuando el Polo Democrático Alternativo los denunciaba desde el Congreso. Por ese entonces, sordos a los reclamos de la oposición, se dedicaban a quemarle incienso al Presidente, en quien veían a una figura providencial, muy digna de estar por lo menos 12 años en el Palacio de Nariño.

Uno termina preguntándose: Si el pensamiento que estos personajes expresan en campaña es el mismo que siempre tuvieron, ¿por qué nunca exigieron soluciones a esos problemas y, en lugar de ello, se mantuvieron fieles a la defensa de un Uribe que siempre se negó a reconocerles existencia? ¿Por qué ahora no asumen un papel más consecuente y presentan un programa de gobierno que lleve a la solución definitiva de esos males? ¿Por qué, como correlato de lo anterior, no se comprometen, por ejemplo, a eliminar la ley 789, causante de la precarización del contrato laboral y a derogar la Ley 100, generadora del colapso en la salud? ¿Por qué no se comprometen a devolverle a la educación y a la salud los recursos arrebatados mediante el recorte a las transferencias? ¿Por qué no se comprometen a devolvernos capacidad de compra a los colombianos para que podamos estimular el crecimiento económico? ¿Por qué no se comprometen a desatar los nudos que ligan al establecimiento con las mafias? ¿Por qué no se comprometen con las víctimas de la violencia para que puedan alcanzar una justa reparación?

Por supuesto que los anteriores interrogantes no encontrarán respuesta entre quienes hoy están simulando ser los llamados a resolver los graves problemas del país. Las soluciones solo pueden provenir de un pueblo en acción, organizado en torno a sus intereses y dispuesto a aprovechar coyunturas como la de las actuales elecciones, en la que organizaciones como el Polo Democrático Alternativo y personalidades como su candidato, Gustavo Petro, pueden contribuir a iluminar el camino.

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