lunes, 31 de agosto de 2009

MICHELETTI: POR LOS CAMINOS DEL GORILATO

Publicado el 21 de julio de 2009
Por Rodrigo López Oviedo

Honduras está cumpliendo la tercera semana del golpe de Estado que depuso al presidente constitucional, doctor José Manuel Zelaya Rosales, sin que las grandes movilizaciones de rechazo que tal hecho ha generado y el total desconocimiento de la comunidad internacional a la nueva cúpula hayan servido para mover a los golpistas de sus aviesos propósitos.

Manuel Zelaya, hombre de privilegiado origen socio económico, quiso virar las naves del Estado hacia posiciones más favorables a los sectores populares, pero temprano hubo de chocar con las infranqueables limitaciones que la Constitución ofrecía a tales propósitos, comenzando por el hecho de que la Constitución misma solo permite cambios meramente cosméticos, con el agravante de no poderlos hacer a través de la voluntad popular, sino mediante el Congreso.

No solo lo anterior. Para garantizar su validez, las reformas debían contar con un respaldo no inferior al de las dos terceras partes del Congreso y ser ratificadas en la legislatura siguiente por un número de congresistas no inferior al inicial.

Tamañas dificultades quisieron ser sorteadas por Zelaya en las elecciones venideras, para lo cual apelaría a una cuarta urna, en la que el pueblo libremente indicaría su complacencia o no con la citarción a una Asamblea Constituyente para reformar la Carta. Solo fue manifestar esto para que la peor reacción de derecha conformara una trinca con lo más oscuro del Congreso, la Corte Suprema y las Fuerzas Armada, depusiera al Presidente y lo pusiera de patitas y en pijama en tierras extranjeras.

Lo curioso es que a esta trinca golpista y al presidente del Congreso, doctor Roberto Micheletti, hoy amanuense de gorilas y presidente de facto, les ha tocado jugar solos en el concierto internacional, ya que lo insólito del golpe, supuestamente originado en un fallo de los tribunales de justicia, y lo impresentable de su ejecución, no les dejó espacio a las derechas internacionales para ofrecer la más mínima solidaridad. Esto no implica, desde luego, que quienes simpatizan con el golpe no estén haciendo lo posible para que salga avante. Solo que buscan no verse comprometidos en un respaldo que puede ser más lo que les quite, si termina fracasado el golpe, que lo que éste les dé con su triunfo.

La hasta hoy infructuosa Mesa de Negociaciones que se desarrolla a instancias del desteñido Óscar Arias, presidente de Costa Rica, es una prueba de ello. Quienes llegaron a ella a nombre del golpismo lo hicieron con el claro propósito de darle largas a la discusión y atemperar el rechazo. En primer lugar, ni siquiera aceptaron que se instalara en suelo hondureño, pues por tales tierras, dicen, el presidente Zelaya solo puede acercarse a responder ante los jueces por las 10 sindicaciones delictivas de que lo acusan los golpistas. Y en segundo lugar, solo puede haber acuerdos sobre la base de que Zelaya renuncie a su investidura y desista de la intención plebiscitaria.

Bajo tal panorama, lo único sensato que las actuales circunstancias permiten es el ultimátum de la comunidad internacional orientado al restablecimiento del Presidente constitucional en el poder, so pena de iniciar un abierto boicot en todos los órdenes a las acciones de gobierno de los golpistas. Con tal bandera de presión debe orientarse el movimiento democrático internacional, que ya el pueblo hondureño está haciendo lo suyo.



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