lunes, 31 de agosto de 2009

EL SENA Y SUS PROGRAMAS

Publicado el 7 de julio de 2009
Por Rodrigo López Oviedo

Quiero poner punto final a estos comentarios sobre el SENA refiriéndome al uso que debe dárseles a sus recursos. Estos, como dije anteriormente, no provienen del Gobierno, tampoco de remesas ni de créditos y mucho menos de donaciones internacionales. Son parte del subsidio familiar a la que nos vimos obligados a renunciar los trabajadores, dada la resistencia que hace 52 años opusieron Gobierno y patronos a la iniciativa obrera de fundar un establecimiento que impartiera formación profesional a la masa laboral colombiana. Las luchas obreras que vinieron después de la fundación, permitieron que esos recursos se doblaran, completando los dos puntos porcentuales sobre la nómina, con los cuales hoy sobrevive y se desarrolla la Entidad.

Ese historial de renunciaciones y luchas permitía esperar que al SENA se lo considerara patrimonio de los trabajadores y que sus actividades giraran exclusivamente en torno a los propósitos para los cuales había sido fundada. Para que ello ocurriera se hacía necesario que su dirección quedara en manos de sus fundadores, los propios trabajadores, pero desafortunadamente a la defensa de tal propósito nunca fuimos capaces de ponerle la suficiente entereza. Hoy el SENA tiene su dirección en manos del Presidente de la República, de cuatro ministros, de todos los gremios económicos, del sector campesino y de la Iglesia Católica, y, para que dejen constancias en sus reuniones, de dos representantes de las Centrales Obreras, quienes actúan en nombre de los trabajadores.

Visto lo anterior, ¿qué de raro puede tener entonces que los recursos de la Entidad se destinen a atender problemas de déficit fiscal y a financiar costosos programas que nada tienen que ver con la misión para la que fue creada? Por eso la hemos visto comprometida en acciones del DRI, del Plan Nacional de Rehabilitación, de Descentralización Administrativa, de Erradicación de la Pobreza Absoluta, de atención a desplazados, a desmovilizados y a población vulnerable, entre muchos otros, así como financiando actividades que nada tienen que ver con su quehacer pedagógico y sí mucho con el beneficio exclusivo de los empresarios, como ha sido el caso de los programas de competitividad empresarial, investigación, ciencia y desarrollo tecnológico, metrología y mesas sectoriales para la elaboración de normas de competencia laboral.

Dentro de este abanico de compromisos ajenos a los propósitos fundacionales y a la misión de la Entidad, es bueno mencionar por separado el caso del Fondo Emprender, ya que resuelve una inquietud formulada por el doctor Hernando Bocanegra en su análisis de la situación del SENA.

El Fondo Emprender fue constituido con recursos del SENA para, supuestamente, financiar las iniciativas empresariales de sus egresados. La angurria de nuestras clases dirigentes quiso que los recursos de este Fondo se “democratizaran”, y Gobierno y gremios, desde la Dirección Nacional de la Entidad, decidieron abrirlo a los egresados de las universidades públicas y privadas. En apariencia esto es bueno para los trabajadores, pero en la práctica no ha sido mucho lo que a ellos les ha servido. Valdría la pena que los resultados de todos estos programas se evaluaran a la luz de sus verdaderos beneficiarios, pues no está bien que a la Entidad se la sustraiga de su compromiso capacitador y se la destine a tantas actividades, incluidas estas de fomento, que deben ser del resorte de otros organismos oficiales y privados.

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