domingo, 10 de enero de 2010

DE DEFINICIONES, PANDEMIAS Y NEGOCIADOS

Por Rodrigo López Oviedo

Navegando por internet, me encontré con una perla colosal de la independiente Red Voltaire, sobre la cual nada han dicho los medios. Resulta que la forma como la OMS definía una pandemia en marzo del año pasado ya no es la misma de hoy. Pandemia era entonces un virus nuevo, de rápida propagación, para el cual no existía inmunidad y que provocaba una alta tasa de enfermos y de muertes. Curiosamente, a partir del 30 de abril del mismo año, para declararse una pandemia no se requiere que el virus traiga consigo un grueso número de enfermos o de muertos, porque muertos y enfermos, que eran los que le daban al término connotaciones de espanto, desaparecieron de la definición.

Según Red Voltaire, detrás de la modificación está la alianza de dos organizaciones muy importantes, la Organización Mundial de la Salud y su asesor Grupo Europeo de Trabajo Científico sobre la Gripe (ESWI), con unos laboratorios farmacéuticos productores de vacunas.

Según los términos de la alianza, los laboratorios farmacéuticos financian el ciento por ciento de los presupuestos del ESWI y las dos terceras partes del de la OMS; el ESWI asesora a la OMS sobre las pandemias que estén en riesgo de aparecer y de las vacunas con que se pueden atacar; y la OMS declara la pandemia y recomienda al mundo los medicamentos respectivos. Obviamente que para que siga habiendo financiación, las recomendaciones deben coincidir con los productos que estos laboratorios estén en condiciones de ofrecer al mercado, pues tal financiación depende de lo obtenido por ellos con la venta de las vacunas recomendadas.

Tan abigarrado entrecruce de intereses fue el que llevó a que en Abril, sin mucha publicidad, se hiciera la modificación de la definición anotada, y a que el 30 del mismo mes se le diera carácter de pandemia a la gripe A (H1N1). En tal fecha, todos nos asustamos, la OMS recomendó el tamiflú y los laboratorios que lo producen y distribuyen, miembros del conjunto empresarial en mención, encontraron cómo redimir sus costos de producción, resarcirse de sus “filantrópicos” gastos y elevar a cantidades exponenciales sus tradicionales ganancias.

Para fortuna de la humanidad, en todo el mundo hay ojos avizores. El parlamento de los Países Bajos ya puso el grito en el cielo y el gobierno de Rusia ha pedido a la propia OMS las explicaciones pertinentes.

Mientras tanto, el ministro de la Desprotección Social en Colombia, siete meses después de que se anunciara la pandemia, salió a comunicarle al país que invertirá 30 mil millones de pesos en la compra de un millón 999 mil 930 vacunas de tamiflú para repartirlas gratuitamente entre la población de alto riesgo. Parece no haberse dado cuenta de que la A H1N1 no pasó de ser una simple epidemia a la que se le bautizó pandemia con el solo fin estrenar la definición, y de la que, antes que mayor número de muertos y enfermos, solo es dable esperar grandes ganancias para los productores y distribuidores del tamiflú y, hasta de pronto, alguna apreciable suma en comisiones para los compradores. ¿O tal vez sí…?

Por lo que a mí respecta, mi condición de alto riesgo es inexistente y del susto ya me curó la Red Voltaire. El Ministerio puede ahorrarse los dólares de mi vacuna.

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