domingo, 15 de noviembre de 2009

ESTRATEGIAS DE DIVISIÓN

Por Rodrigo López Oviedo
Los acontecimientos que siguieron a la Consulta del Polo Democrático Alternativo pareciera que se hubieran concertado con él para ayudarlo a salir de toda incertidumbre. Especialmente aclarada quedó la que le daba posibilidades a Gustavo Petro de poner su candidatura en una baraja con todos los demás candidatos opuestos a Uribe y a sus caniches, para sacar de ella el nombre de quien en representación de todos asumiera definitivamente la candidatura presidencial. Quienes se creía que podrían participar de tal escogencia optaron por dejarse contar en la primera vuelta y le facilitaron al Polo llegar a ella con su propio candidato, como lo decidió su II Congreso.

Siendo claro lo anterior para los grandes medios, y sabiendo que allí se agotó una veta que podían explotar para hacer ver al Partido como un escenario de contradicciones irreconciliables, ahora se obstinan en hacer ver como tales algunos forcejeos, como el que se está dando entre algunos aspirantes a llegar a su presidencia. Tales forcejeos resultan naturales en todas las organizaciones, y más en el Polo, que surgió de los anhelos de unidad de bastiones importantes de la vida nacional, pero también de una reforma política que habría dejado sin personería a sus fuerzas componentes si se hubieran empecinado en seguir cada cual por su lado.

Esas organizaciones tenían sus propias apreciaciones políticas, y algunas tal vez aún las conserven. Pero todas entendieron que solo actuando unidas podrían acercarse a la materialización de sus mayores propósitos. De allí que los desprendimientos que ha sufrido el Polo hayan resultado escasos y casi todos, por fortuna, susceptibles de enmienda. Y aunque pueden presentarse otros, lo importante es que lo que ha ido quedando es cada vez más consistente y esperanzador.

El deber de hoy no es otro que el de perseverar en el mantenimiento de esa esperanza, e iluminados por ella, ir atendiendo los requerimientos de cada hora, sin dejarles espacio a posiciones como las que encarnan ciertos personajes que desde siempre han sido defensores del statu quo, y ahora, por arte de birlibirloque, aparecen transformados en portaestandartes del bien ajeno.

Tales personajes se han dado a la tarea de impartir consejos a diestra y siniestra con el solo propósito de alimentar egos y reventar los logros alcanzados mediante tantos esfuerzos de unitadad. Con respecto a lo primero es posible que estén logrando algunos resultados. Con respecto a lo segundo, más les valdría reforzarse con nuevas estrategias, y bien sabemos que lo intentarán.

Por eso, el Polo debe procurar ponerles sordina a las desafortunadas críticas que también dentro de él se lanzan contra algunos de sus dirigentes, tal vez en respuesta a los conceptos de inexplicable encomio que repetidamente dan sobre determinadas políticas oficiales. Aunque es cierto que tales conceptos no le permiten mostrarse claramente como el partido de oposición que quiere ser y le dan pábulo al equívoco de hacerlo ver como una congregación susceptible de amoldarse a propuestas contrarias a su Ideario de Unidad, criticarlos con la acidez que utilizan algunos militantes solo sirve para hacerles el juego a esos propósitos divisionistas y distraerlo de las dos tareas más importantes del momento: conformar el más amplio frente contra el referendo uribista y llevar a las urnas a los millones de colombianos que coinciden con él en los anhelos de cambio.








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