martes, 16 de diciembre de 2008

EL POLO Y LA ELECCIÓN DEL PROCURADOR


Por Rodrigo López Oviedo

Cada vez que hay elección de Procurador General de la Nación, el interés que suscitan los candidatos está determinado por la disposición que muestren para ejercer el control disciplinario, la protección del interés público y la defensa de los derechos humanos. Cuando en los sectores oficiales campea la intolerancia ante el pensamiento divergente, la importancia de este funcionario se magnifica, ya que puede erigirse en obstáculo a la represión de esas voces discrepantes o estimularlas con su negligencia.

La reciente elección de Alejandro Ordóñez Maldonado dejó un mal sabor, dados sus antecedentes en nada favorables al pensamiento democrático. Su elección fue el producto de una estrategia de Uribe, quien, al conocer que el Consejo de Estado candidatizaba a un personaje tan afín a sus concepciones, se abstuvo de postular a su propio candidato hasta cuando consideró consolidado el trabajo proselitista de Ordóñez y nula cualquier posibilidad de que otros le hicieran sombra. Curiosamente la Corte Suprema hizo lo mismo, sin saberse con qué intenciones.

Con cartas tan marcadas, el triunfo de Ordóñez estaba asegurado, pero nadie sospechaba que de manera tan apabullante. Y mucho menos que contara con el respaldo de siete senadores del Polo Democrático Alternativo. De ellos esperamos una explicación que vaya más allá de las babosadas con que se justificaron ante el Comité Ejecutivo del Partido.

Intentando explicar lo inexplicable, estos senadores nos trajeron una versión navideña del Sermón de las Siete Palabras, en la cual invitaron a superar los “extremismos ideológicos”, “los radicalismos enfermos” y a no utilizar la tesis de que, para construir “un acuerdo nacional”, “un bloque de mayorías” y “la paz en Colombia”, es imposible pactar con personas diferentes ideológicamente al Polo,.

Con estos argumentos se desconocen las luchas que han librado muchas de las corrientes que convergen en el Polo, así como que el Polo mismo se ha ido construyendo en lucha contra extremismos y radicalismos, y en procura de concertar acuerdos con amplios sectores, sustentados, eso sí, en su Ideario de Unidad.

Han manifestado también que su respaldo a Ordóñez estuvo fundamentado en la necesidad de construir un acuerdo nacional contra la guerra. En la búsqueda de tal acuerdo muchos convenimos, pero particularmente creo que respaldando al peor de la terna no se allana en lo más mínimo el camino a esa concreción. Para tal propósito estaba Camilo Gómez que ni mandado a hacer, como bien lo demostró este candidato de la Corte en los tiempos del Caguán. Y si, como también lo dicen, el acuerdo debe ser entre diferentes, no se qué hayan encontrado de parecido entre ellos y los otros dos candidatos.

El II Congreso del Polo deberá encarar esta problemática situación. Muy seguramente que el tiempo de sus discusiones estará en parte ocupado en la definición de los compromisos que asumen quienes resulten favorecidos con las distintas representaciones y dignidades del Partido y en las consecuencias que puede generar el no honrarlos. Pero también debe asumir una discusión muy seria acerca de la organización interna del Partido, a fin de que se creen los mecanismos que garanticen una pronta y eficaz reacción dentro de sus filas cada vez que la militancia sienta que está siendo burlada por sus representantes. Lo contrario es dejarle abiertas las puertas a toda suerte de cretinismos parlamentarios.

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