Por Rodrigo López Oviedo
Aunque,
en general, ningún medio de comunicación descuida el fin último de toda empresa
capitalista, el de generar utilidades, la gran mayoría de ellos orienta su
artillería al propósito de amarrar a los usuarios a las concepciones
ideológicas y políticas de los dueños, casi todas coincidentes en la defensa de
los beneficios de las clases dominantes.
En
realidad, a los grandes medios nada les importa el deber de tener bien
informada a la ciudadanía. Lo importante es explotar el derecho a informar
conforme a los intereses mencionados, así haya que disimularlos mediante
prácticas que generen apariencias de
objetividad, como las que realizan al criticar uno que otro desliz de esas
clases dominantes o de alguno de sus miembros, pero sin que ello implique
cuestionamiento alguno al conjunto de políticas relacionadas con el
sostenimiento del sistema imperante.
Pero
en medio de tan malsanos objetivos, se están consolidando alternativas de
información que si bien no circulan de manera tan masiva como los medios
oligárquicos, sí cumplen con la responsabilidad de informar objetiva, oportuna,
clara y verazmente, en muchos casos con heroísmo, como es el caso del semanario
Voz, la Verdad del Pueblo, que ha visto caer asesinados no solo a cientos de sus
distribuidores, sino también a uno de sus directores, el inolvidable senador
Manuel Cepeda Vargas.
Por
eso resultó tan conmovedor el acto de reconocimiento que se le hiciera a Voz el
15 de diciembre en Ibagué cuando el Cabildo Municipal, a través del Concejal
William Rosas, le entregara a su actual director, el doctor Carlos Lozano
Guillén, una resolución aprobada por el Cabildo ibaguereño a instancias del mismo
Concejal.
El
semanario Voz ha sido considerado el periódico independiente y revolucionario
por antonomasia. Y no solo por la cantidad de mártires que le ha entregado a la
historia del país. También, y fundamentalmente, porque ha sabido conjugar la información objetiva, clara, veraz y oportuna
con el análisis clasista de la realidad, al tiempo que ha servido como
instrumento de educación de las masas, de su unidad y de su organización, en
medio de tantas fuerzas repelentes como son las que gravitan en torno al
movimiento popular.
Este
semanario está cumpliendo 55 años de existencia. Lo menos que podemos hacer es
unirnos solidariamente a tan magna celebración y expresarles nuestro
agradecimiento a todos los que están vinculados a sus páginas, incluidos los
cientos de obreros y campesinos que arriesgan su libertad, y hasta su vida, en
la empeñosa tarea de distribuirlo. El solo esfuerzo que tal distribución
conlleva vale un potosí. Y ni se diga lo que valen los esfuerzos de redacción y
edición. A todos, mil gracias y felicitaciones.