lunes, 13 de febrero de 2012

ACERCA DE LA FELICIDAD

Por Rodrigo López Oviedo

Con alguna frecuencia se oye hablar de ciertos estudios de opinión que nos ubican en el primer lugar entre las naciones más felices del orbe. De ser ciertos tales estudios, tan satisfactoria conclusión debería henchirnos de orgullo, a no ser que encontremos esa felicidad semejante a la de la vecina del viejo brahmán de que nos habla Voltaire en uno de sus cuentos.

Ese viejo brahmán, además de ser muy sabio, rico e ingenioso y de contar con el aprecio de sus allegados, que frecuentemente acudían a él en busca de consejo, no había logrado que tan positivas cualidades le proporcionaran la felicidad: ¨Cuantos más conocimientos tenía en su cabeza y más sensibilidad en su corazón, más desgraciado era”.

Muy cerca de él vivía una pobre viejecita que, a diferencia del anciano, “nunca había reflexionado ni un momento acerca de las cuestiones que torturaban al brahmán; creía con toda su alma en las metamorfosis de Visnú, y con tal de poder tener de vez en cuando agua del Ganges para lavarse, se consideraba la más feliz de las mujeres”.

Tan contradictoria situación dio para que el narrador de la historia le preguntara al anciano:

“-¿No os avergüenza ser desgraciado cuando a vuestra puerta hay una vieja autómata que no piensa en nada y vive contenta?

-Tenéis razón –respondió-; cien veces me tengo dicho que yo sería feliz si fuese tan necio como mi vecina, y sin embargo no quisiera semejante felicidad”.

Tampoco a Voltaire le gustaba semejante felicidad: “Esta respuesta del brahmán me produjo mayor impresión que todo lo demás; me examiné a mí mismo y vi que en efecto no quisiera ser feliz a condición de ser imbécil”.

Esa imbecilidad es muy seguramente la que las empresas manipuladoras de opinión quisieran encontrar en los corazones del pueblo, en lugar de las apasionadas voces que está expresando a través de las muchas movilizaciones sociales que vemos hoy en día y que habrán de encontrar un punto de especial altura en el gran paro cívico nacional que está gestándose ante los oídos sordos que los responsables de la sobrevivencia del establecimiento vienen prestándoles a los muchos reclamos que acompañan cada movilización.

En la conquista de la felicidad está la esencia del accionar humano. Procurar mantenerla exclusivamente para las élites, a despecho del disfrute a que también tiene derecho el colectivo social, es lo que caracteriza las políticas de la derecha y marca diferencia con lo que defendemos desde la izquierda. Al contrario de la derecha, en la izquierda queremos construir una felicidad real y para todos; no una felicidad mentirosa a través de supuestos sondeos de opinión.

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