lunes, 17 de noviembre de 2008

LAS PIRÁMIDES DE LA SALUD


Por Rodrigo López Oviedo

Pensaba referirme a las mal llamadas pirámides y a los miles de colombianos que ingenuamente pensaron resolver en ellas sus deseos de fortuna sin tener que sudar la frente. Para mi infortunio, la vida es más importante que los bolsillos, y mucho más si está afectada por otro tipo de pirámides: las que parecen conformar las entidades encargadas de atender las necesidades de salud de la población.

En el año 2000, por las calendas de diciembre, aproveché la hospitalidad de El Nuevo Día para consignar en su página de opinión un llamamiento a los trabajadores colombianos a fin de que defendiéramos al Seguro Social, afectado entonces por un decreto que lo obligaba a contratar con terceros la prestación de por lo menos el 50 por ciento de sus servicios.

Esta solo era una medida entre las muchas que venía dictando el Gobierno con el fin de cumplir las directrices originadas en el Fondo Monetario Internacional y en las desmedidas ambiciones de los mercaderes de la salud. Lo curioso es que hubiera sido adoptada por el Ministerio de Salud, y no por el de Trabajo, que era al cual estaba adscrito el ISS. La duda quedó debidamente aclarada con la posterior fusión de estos ministerios, pues ello dejó claro que los cambios que se vienen dando en el cuerpo del Estado corresponden a una agenda neoliberal de largo aliento, por la cual se camina con pausas o aceleres según sea mayor o menor la aquiescencia de quienes estén al frente del Gobierno y mayores o menores las resistencias populares.

Este solo hecho era suficiente para suscitar la más enconada oposición de todos los sectores populares, pero la exagerada debilidad de sus organizaciones hizo que esa oposición quedara restringida a lo que pudieran hacer, prácticamente solos, los sindicatos del Instituto. Los resultados están a la vista.

Álvaro Uribe llegó a la Presidencia de la República con el compromiso de solucionar los problemas de salud de los colombianos, en buena parte mal atendidos desde esta Entidad. Seis años después, esos problemas no solo no están resueltos, sino que han desembocado en consecuencias tan dramáticas como las que testimonió el periodista Guillermo Pérez Flórez, destacado columnista de El Nuevo Día y de Cidán - Cooperación Internacional -, a quien le tocó sufrir la pérdida de su padre merced a las desatenciones en la Clínica Manuel Elkin Patarroyo.

Algunos pensarán que esto ya no es culpa del ISS, pues la Entidad hace rato entregó sus bártulos a la Nueva EPS, entidad que creara Uribe para darse gusto en sus propósitos privatizadores. Pueden tener razón. Sin embargo, la culpa sigue siendo del Gobierno, pues no solo tiene la obligación constitucional de garantizarles la salud y la vida a los colombianos, sino que además es el responsable de una serie continuada de decisiones con las que no ha resuelto nada en estas materias, aunque sí mucho en el afán de ganancias de los mercaderes que convirtieron las EPS en un nuevo tipo de pirámides, a las cuales el pueblo tiene que aportar sus cuotas mensuales a cambio de unos servicios de salud restringidos al máximo para que sus dueños puedan maximizar los rendimientos.
A propósito de la Nueva EPS, ¿qué tendrá de nueva distinto a su nombre, a pintura y a sus dueños?

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