domingo, 13 de mayo de 2012

LOS "CHILLIDOS" TRIBUTARIOS DE SANTOS

Por Rodrigo López Oviedo

El presidente Santos le ha anunciado al país una reforma tributaria “para que chillen los ricos”. Conocidos los primeros pronunciamientos de su ministro de Hacienda, parece que los chillidos no tendrán tal origen, pues se seguirá por los caminos de la postración del Estado ante el gran capital y de deterioro de los intereses populares.

Hace algo más de 30 años, las sociedades anónimas (fundamentalmente sociedades entre ricos) pagaban un impuesto de renta del 40 por ciento, sus accionistas tributaban por los dividendos que ganaban y, como parte de las políticas de protección a la industria nacional, se gravaban las mercancías extranjeras con altas tasas arancelarias. También por ese entonces, las sociedades de responsabilidad limitada (fundamentalmente, sociedades entre pobres) tributaban el 20 por ciento y las cooperativas estaban exentas de todo pago.

El panorama de hoy es completamente distinto, pero solo para bien del gran capital. A las sociedades anónimas se les redujo el impuesto al 33 por ciento, las tasas arancelarias a casi ceros, se eliminó el impuesto a los dividendos y se crearon zonas francas por doquier, con impuestos irrisorios. Y para compensar el daño causado al erario por tan nefastas reformas, a las sociedades de responsabilidad limitada se les niveló la tarifa con la de las sociedades anónimas, se creó el IVA, a las cooperativas se les estableció un impuesto del 20 por ciento y, con la flexibilización laboral, se impuso la retención en la fuente sobre las rentas de trabajo.

Como si semejante historial no diera suficientes evidencias del favoritismo oligárquico con que han sido manejados los tributos, con la nueva reforma se busca que siga cayendo en picada el impuesto al gran capital, mientras, compensatoriamente, se nos anuncia la creación de un IVA del cinco por ciento a los productos de la canasta familiar que estaban exentos, disque porque el 70 por ciento de tales exenciones solo beneficia a los ricos. Claro que con los niveles de consumo del resto de la población, esta afirmación sí resulta irrebatible.

Ahora Santos ha dicho que no respaldará la extensión del IVA a nuevos productos por la imposibilidad de devolverles a los estratos más humildes lo que paguen por tal concepto. Seguramente se imaginó a esos millones de pobres haciendo apretujadas colas para que les devuelvan los 15 o 20 mil pesos que les arrebataría la reforma. Esta es una buena razón, pero sería preferible que, antes que por ella, se preocupara por el paro cívico nacional que le “chilla” pierna arriba, según los anuncios hechos desde tantos eventos populares como los que se han realizado, y muy especialmente desde la Marcha Patriótica.

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