lunes, 17 de enero de 2011

SOLIDARIDAD CON CUBA

Por Rodrigo López Oviedo

Trasegar hacia la soberanía, la dignidad, la equidad, la cultura, la justicia, la democracia y cuantos ideales más puedan ennoblecer a un pueblo, y hacerlo con la firmeza que lo hace ese ejemplo indoblegable que es Cuba, le ha granjeado a los cubanos el cariño de todos los que creemos que es posible construir un mundo distinto al cargado de oprobio que se diseña en Washington.

Nada de raro tiene, entonces, que entre ese abanico inmenso de querendones amigos de la revolución cubana haya quienes tengan suspendida el alma por lo que pueda venir a raíz de los cambios a que obligan las condiciones del presente. Sin embargo, ninguno de ellos da para tanta preocupación. Ni siquiera los que más temor podrían ofrecer, como son el de suspender el 25 por ciento de los cargos de la nómina oficial y el de autorizar a quienes los desempeñan a transitar hacia actividades inspiradas en la iniciativa personal.

Aunque ninguna de estas decisiones implica suspención de los beneficios básicos conquistados en 52 años de socialismo, salvo algunas gratuidades que benefician a quienes no las necesitan, sin duda afectarán a corto plazo la forma de vida de muchos cubanos. Sin embargo, se hacen necesarias para resolver la maligna combinación de los efectos provocados por el bloqueo norteamericano, las graves crisis por las que pasan casi todos los países europeos y los desastres ocasionados por los embravecidos vientos caribeños.

Algunos cubano-norteamericanos, otros cubanos que posan de disidentes en la Isla, pero que son financiados generosamente desde Washington y Miami, y otros no cubanos que han visto en Cuba un peligroso ejemplo para el despertar del continente tienen su esperanza puesta en que las dificultades presentes permitan materializar el viejo sueño de ponerle término al régimen de propiedad social, restablecer el capitalismo, abrir las fronteras a las fuerzas del mercado imperial y revertir todo a las ignominiosas condiciones de cuando los cubanos, además de neocolonia, eran tenidos por pródigos satisfactores de las más lascivas necesidades del turismo gringo.

Son ilusiones vanas, por supuesto, y no deben preocuparnos. Ninguna de las medidas tomadas podrá verse como el principio del fin de un proceso que ha hecho del pueblo cubano uno de los más altamente politizados del mundo y el más amoroso y comprometido con su revolución. Ellos sabrán defenderla; pero podrán cumplir mejor su deber si encuentran entre sus amigos la disposición suficiente para brindarles la solidaridad que requieran; solidaridad que, por cierto, será infinitamente más poca que la que ellos mismos han brindado a nuestros pueblos. A esa solidaridad debemos comprometernos quienes tenemos en el proceso cubano el faro que nos inspira.

No hay comentarios: